ESCRIBE: Percy Vílchez Vela

*”El presidente Gonzalo guía histórico de la revolución, era un pobre diablo… El abogado y maestro universitario Abimael Guzmán Reinoso fue capturado como si fuera un viejo estafador…”

En el álbum de ediciones Tierra Nueva publicó Una mariposa aletea en el Amazonas, libro de Enrique Rodríguez Morales. En la obra el amor es una aventura azarosa, una pasión complicada, un juego de encuentros y fugas. La relación entre Mauricio, una especie de funcionario de la resistencia amazónica y Nicole, una mujer algo revolucionaria, parece de entrada una relación perpetua. La desenfrenada pasión, el mutuo deseo desatado, el goce compartido, no garantizan la unión de`por vida, sin embargo.

Porque ese idilio algo desaforado se frustra, se interrumpe, debido a las demandas y exigencias de una realidad ganada por los avatares de una violencia desenfrenada, de los días de penuria, donde el poder del último imperio de la tierra declara una guerra de baja intensidad o abrupta invasión militar de la Amazonía. La inevitable resistencia boscosa, la oposición verde, consume los días de los habitantes de ese patio trasero que increíblemente tiene una importancia estratégica en el escenario de una posible Tercera Guerra Mundial, peligro siempre latente en estos tiempos.

La violencia, por otra parte, es un viejo trauma que perturba a la fronda. Es posible que esa desgracia comenzó con la pretendida invasión de los mochicas, siguió con los incas ambiciosos, continuó con los españoles, se jodió aún más con los asquerosos y asesinos senderistas. Justamente sobre el abortivo líder de esos corchos el autor dice en la página 218: El que ordenaba asesinatos de humildes campesinos en la sierra. El que había dicho que los guerrilleros debían sacrificarse por la revolución. Y que las cárceles debían ser las trincheras de la guerra popular, donde los capturados deberían inmolarse por el partido. El meticuloso profesor de filosofía que provocó la matanza en los penales. Porque era la propaganda armada que el partido necesitaba. El líder que había destrozado el futuro de miles de estudiantes. El presidente Gonzalo guía histórico de la revolución, era un pobre diablo… El abogado y maestro universitario Abimael Guzmán Reinoso fue capturado como si fuera un viejo estafador…

El triste fin de la violencia senderista cedió paso al sicariato y la extorsión. En el libro de Rodríguez anticipó la desatada violencia de los yanquis, como ya dijimos. En ese escenario de penuria constante, la pareja dispareja tiene furtivos encuentros que parecen conservar los lazos del amor, pero que en realidad expresan la ficción de los sentimientos verdaderos. Los amores de lejos son fábulas urdidas por la impotencia. De allí que Nicole, en Mèxico, se una en matrimonio al antropólogo Diego Fernández, sujeto bastante desquiciado que luego la maltrató sin piedad. El fracaso la hace volver a los brazos del abandonado Mauricio. El amor de antes ya no es tal. Es otra cosa.

La desatada resistencia selvática, gracias al incentivo de los saberes ancestrales, a los datos la sabiduría chamánica, encuentra una fórmula para neutralizar o acabar con la violencia yanqui: una bomba de curare, capaz de acabar con los blindados fortines norteamericanos. En la infernal coyuntura los amantes aparecen convertidos en tránsfugas, renunciando a sus sueños primeros. Mientras Mauricio se convierte en un vulgar accionista de un banco de Bahamas, Nicole, lejos de las propuestas de las Brigadas Rojas, se vuelve una anodina asistente del director gerente del Fondo Monetario Internacional. Es decir, una vieja historia que ya lo mencionó el rebelde Lope de Aguirre. Al final, ella expresa su nuevo credo, su nueva ideología, cuando le dice al pobre Mauricio, “salvo el oro todo es ilusión”.

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