En los pasadizos y oficinas de algunas entidades de esta ciudad, sitiada por la basura milenaria, la bronca entre gremios y la inseguridad total, todavía se ignora lo que se hará con los 30 céntimos anuales que el gobierno entregará por cada ciudadano para los casos de trata de personas. Esa cantidad estará disponible para el año 2016 y se supone que es el único monto para acabar supuestamente con esa lacra social. Es cierto que esa cantidad es exigua y mínima, y hasta parece una burla del Ejecutivo, pero es lo único que alumbrará durante un año a los que combaten ese flagelo de estos últimos tiempos.
Los expertos contratados para disponer la inversión de ese dinero todavía están realizando sus sondeos, sus estudios y otras operaciones para tratar de sacar agua de las piedras. En medio de la incertidumbre que se viene, de los sombríos días que no tardarán en apoderarse de esa lucha, esos expertos se hacen varias preguntas pertinentes: ¿Qué se puede hacer para gastar esos 30 céntimos en 365 días con sus noches? ¿Qué se podría comprar con ese dinero para combatir a los que trafican con las personas? ¿Cuántas oportunidades se perderán por no contar con algo más de dinero, siquiera con 50 céntimos de oro? ¿Qué se debería hacer para aumentar ese increíble presupuesto?
Nosotros, en nuestro decidido afán de colaborar con la lucha contra la trata de personas, opinamos que esos 30 céntimos deberían ser cuidados con varios candados, protegidos contra todo intento de lucro o de aprovechamiento. 30 céntimos son una fortuna si se sabe invertir. La mejor manera de hacerlo sería ahorrando en el banco que pague más intereses. Es posible conseguir excedentes en un millón de años de vigilado ahorro, de controlado depósito, en la citada entidad financiera.