No terminábamos de celebrar la clasificación del Perú al Mundial Rusia 2018 cuando nos enteramos que en una de esas reuniones acostumbradas entre los futbolistas “profesionales” Yordy Reyna, el suplente que de vez en cuando ingresa en la selección, alquiló acostumbradamente un departamento en el distrito pituco de Miraflores para sus acostumbradas juergas.

Lo funesto es que esta vez invitó (seguramente no fue la primera), a través de terceros, a menores de edad entre ellas la voleibolista de la selección nacional de menores Alessandra Chocano quien luego de ingerir alcohol y energizantes extrañamente murió desangrada. Las causas específicas son materia de investigación, pero todo hace indicar que la participación del jugador por lo menos fue negligente sino co-responsable por lo que tendrá que asumir las consecuencias legales y deportistas que amerita.

¡Que lo echen de la selección para que genere antecedentes! El debate se armó y de paso sirvió para entretener las miradas sobre otros temas de corrupción y nuevos destapes sobre Odebrecht.

Algunos consideran que los padres de la deportista provinciana fueron responsables por dejarla sin acompañamiento en una ciudad tan peligrosa como Lima. Otros advierten que la adolescente así como sus amigos menores se lo buscaron por asistir al departamento a seguir “vacilándose” hasta la mañana luego de estar de madrugada en una discoteca de la capital.

Estos fines de fiesta entre adolescentes son, ciertamente normales actualmente. La sociedad y la familia en su conjunto están perdiendo la batalla en la educación y formación de los adolescentes. Hay nuevos retos que no se asumen o no se entienden y ante ello parece que estamos desarmados.

Sin embargo hay algo que no escapa a la historia de nuestros futbolistas: los excesos y la indisciplina parece ser que los llevan en su ADN. No se trata de generalizar. Y algunos defenderán el derecho de Yordy Reyna de divertirse y tomar luego de la clasificación, y es que lamentablemente nuestros deportistas son parte de esa generación cuyos referentes y personajes “famosos” y “exitosos” tienen que mostrar sus miserias para ser considerados y expuestos como los ganadores dentro de una sociedad donde cuenta ser expuesto a cualquier manera te asegura cierto reconocimiento.

Proceder de hogares precarios, disfuncionales y violentos también podría ser una causa, pero si el deporte habría sido tomado con cierta responsabilidad esas carencias hubieran sido suplidas por la propia exigencia y la formación del carácter que cualquier disciplina te genera y los futbolistas se habrían convertido en modelos a exponer dentro de los jóvenes peruanos, pero lamentablemente no es así y esta clasificación que nos llena de alegría y nos infla el pecho nos va durar lo que dure el silencio de la borrachera de nuestros jugadores.

elescribidor3@hotmail.com