Los destacados sexólogos peruanos Luis Pérez y Luz Sánchez han dedicado gran parte de su vida al estudio y la prevención del abuso sexual en menores, publicando un sinnúmero de artículos en revistas y editando un libro dirigido a la familia en general sobre este tema, que a muchos eriza la piel.

El abuso sexual infantil es cualquier tipo de acercamiento o contacto del cuerpo con claro contenido sexual por parte de un adulto o persona mayor con la niña o el niño en por lo menos 5 años. Estos acercamientos o contactos se realizan a escondidas, a solas y con mensajes intimidatorios a los niños de tal manera que casi nunca comunican estos hechos a sus padres.

Los abusos sexuales pueden ocurrir en cualquier lugar, en la casa, en el colegio, en el parque en la cancha de fútbol, siempre que nadie los vea.  Pueden ser de distintas formas, por ejemplo que una persona mayor observe a escondidas cuando un niño se esté bañando o cambiando de ropa, cuando toca sus órganos genitales por encima de la ropa o por debajo de ella, cuando le besa en la boca o en otra parte del cuerpo siempre a escondidas. Se manifiesta en forma soterrada también cuando la persona mayor invita golosinas o regala cualquier cosa con el fin de que el niño lo siga, cuando habla de temas sexuales o cuando hace invitaciones a su casa pero remarcándole que no comunique de ello a nadie.

Los abusadores sexuales generalmente son personas conocidas por el niño o la niña, por ejemplo el vendedor de golosinas de las afueras del colegio, el cobrador del omnibus, y con más frecuencia los familiares como el papá, tíos, primos, hermanos. También los vecinos y profesores. En fin, la lista se puede hacer interminable, pero estadísticamente  los nombrados son los más frecuentes en la vida cotidiana.

Los abusadores sexuales buscan niños que por lo general no están en grupo, que caminan o juegan solos o en lugares solitarios, niños tímidos, temerosos, inseguros o con problemas familiares.

Los  abusos sexuales, esta lacra perseverante en nuestra sociedad, se pueden prevenir de varias maneras y todas de ellas muy sencillas de llevarlas a la práctica. Lo primero es el diálogo, hay que conversar con los hijo acerca de sexualidad y responderles las preguntas con naturalidad. Lo siguiente es brindarle afecto, el ser humano desaparecería de la faz de la tierra si nos faltara ello. Hay que escucharlo con atención  y nunca burlarse de sus opiniones o miedos. Debemos elogiar sus pequeños logros y felicitarlo por sus avances por más nimios que nos parezcan. Y por último, enseñarle a decir no a las peticiones de adultos conocidos o desconocidos que le hacen sentir incómodo y que luego el hecho para poder orientarlo de la manera mejor. Nuestra función de padres es fundamental para lograr tener hijos sanos que luego lleguen a ser adultos sanos. Y si no estamos preparados para darles una orientación acertada, preparémonos ya que nuestros padres que, aparentemente, tampoco han estado preparados para ello, han hecho de nosotros hombres de bien con las tan pocas armas que contaron para nuestra educación.