El ninguneo a los protagonistas
El poder suele rodearse de mediocres, decía el fallecido Kapuscinski. Entre nosotros, además de los conocidos borregos, bufones y escribas rentados, que hacen la corte a cualquier caudillo de tres por cuatro, hay una especie de manipuladores de marras. No puede decirse otra cosa al conocer la decisión del Jurado Nacional de Elecciones contra los movimientos regionales, contra los partidos de tierra adentro. En esa disposición, cualquiera que sea el sustento o la explicación, no puede dejar de notarse la oscura mano del caciquismo de siempre, del centralismo de todavía, del caudillismo pasatista.
Porque en la agenda política peruana de hoy, justamente, esas agrupaciones son las que han ganado terreno, mientras los viejos o nuevos partidos nacionales disminuyen su influencia o son solo cofradías que se limitan a operar en Lima. La provincia es un apéndice complementario de su ámbito de mando o de sus intereses. Ha perdido fuerza y vitalidad el sueño del partido totalizador. El Perú es una serie de islas fragmentadas en conflicto. Eso expresan ahora mejor los partidos regionales que se han cansado de las incumplidas promesas de siempre y buscan protagonismo y liderazgo contra las cúpulas centralistas.
El protagonismo evidente de los partidos regionales ha quitado el sueño a algunos reaccionarios y pasatistas de este país que es uno de los más centralistas del continente. No puede decirse otra cosa ante esa aberración emitida por el JNE. Es como crear una línea divisoria entre los políticos peruanos donde los de allá lo pueden todo y los de acá casi nada. Así las cosas nos ubicamos frente a otro de los desencuentros nacionales: la escisión provocada por un organismo que debería limitarse a velar por la buena marcha de cualquier elección.