En la ruta del porvenir
En la década del 40 del siglo pasado, un omnívoro burgomaestre invitó a 130 personas a un nutrido y suculento banquete. El motivo de semejante gala gastronómica era algo pueril. Ni siquiera inauguraba alguna obra impresionante, sino que se iba de viaje a Lima a hacer gestiones para el mejoramiento de la ciudad. El menú fue costoso y el dinero no salió de su bolsillo sino del erario edil. La costumbre del gasto dispendioso, a nivel oficial, no ha variado en nuestros días. Aniversarios con comilonas o parrandas se repiten sin cesar. Gastos y más gastos en nada se facturan sin ningún rubor. El dinero escasea para las cosas esenciales. No hay Plata para lo importante. Por ello es ejemplar que este diario, en la celebración de su 17 aniversario, no haya perdido su tiempo en diversiones opíparas ni en jaranas bailables y haya optado por una programación cultural.
Esa programación cultural, que incluyó un conversatorio sobre los lamentables sucesos de Bagua, un concurso de cuentos para docentes, la presentación del libro La palabra del mudo, de Jorge Coaguila, el recital musical de Raúl Vásquez, demuestra que es posible dejar de lado las frivolidades en la mesa o en la pista de baile. Demuestra que es mejor considerar a los lectores o al público en general como seres pensantes y no como simples estómagos o como simples gentes en busca de diversión. La opción cultural de este diario marca la diferencia visible con el resto, y es una opción innovadora que contempla el desafío del porvenir. Ese futuro que está sobre nosotros y donde, para medir el grado de progreso o de atraso de una sociedad también se mide el consumo de bienes culturales como la lectura de libros, la asistencia a exposiciones de arte, el ingreso a las bibliotecas, la adquisición de cuadros, etc.
En la historia del periodismo escrito en la Amazonía no es corriente la permanencia. Ese censo está plagado de numerosas ediciones que nunca salen, de ediciones que mueren poco después de nacer, de ediciones que vegetan en la ocasional salida, de ediciones que se pierden en la falta de lectores. El hecho de permanecer casi dos décadas es, desde luego, un mérito. Y no está mal que nosotros lo digamos. Son los hechos irrefutables. Entonces, este 17 aniversario, encuentra a Pro & Contra anclado en la persistencia y la permanencia, contemplando sin temor o trauma al futuro que ya está, lo repetimos, entre nosotros.