Las sombras del derrame
La iluminada noche iquiteña se vio ennegrecida nuevamente por un atentado al medio ambiente. Inicialmente se pensó que la causante de semejante atentado era la empresa que genera energía eléctrica. Pero todo hace indicar que de sus aparatos no se ha derramado ningún elemento contaminante. Además, sería absurdo que lo haga a través de un tubo instalado al aire libre.
En las mansas y oscuras aguas del río Itaya se revuelven como costras feroces, como manchas peligrosas, los restos de un derrame inusual de petróleo residual. En el mismo rostro de Iquitos, a los oscuros apagones, se sumó esa tragedia que hasta hace poco era privilegio de las empresas dedicadas a extraer el llamado oro negro.
Entonces he vivido en vano, pronunció un desesperado José María Arguedas ante la insolencia de unos antropólogos peruanos que le pedían que su novela revelara al país de ese momento, como si él no pudiera elegir sus temas. Nosotros, miembros de esta sociedad que cada cierto tiempo sufre los desastres ecológicos, trasladamos la pregunta del autor de Los ríos profundos: ¿Está viviendo en vano la autoridad para que se derrame combustible y no se sepa de dónde proviene y ni quién o quiénes son los responsables?