Retrato de tránsfugas 

La foto de la respetable figura del ingeniero Antonio Donadío, durmiendo plácidamente en su escaño, antes que un asunto de cansancio, de aburrimiento  o de brazos de Morfeo, es un signo inequívoco. De la casi nula labor de los parlamentarios loretanos a lo largo de la historia.  Estos próceres de los curules como que se le han pasado de sueño en sueño, lejos de la vigilia. Nomás faltó que llevaran sus camas y sus frazadas a  los escaños. Es muy difícil recordar una ley, una iniciativa, un aporte de los distinguidos congresales de esta parte del mundo perulero. ¿Quién, por ejemplo, puede mencionar un dispositivo en beneficio de los pobres de la maraña promovido por el señor César Zumaeta?

El tema de los congresales nuestros es  apasionante, es vertiginoso. La vida fue sueño se podría decir de ellos parafraseando a don Pedro Calderón de la Barca. Dormían tanto que las iniciativas importantes lo hacían otros, como la propuesta del astillero en la confluencia del Ucayali con el Marañón, hecha por un parlamentario de Junín. Hasta ahora estamos esperando el astillero. Y a los parlamentarios locales. En la habitual  columna del director de este diario se toca el tema de los congresales desde 1980 hasta hoy.  Nombres, partidos y cifras se mencionan como una primera aproximación a ese mundo increíble. Hay otros temas que inquietan, que apasionan. En medio de los datos consignados en la aludida crónica surge una cuestión crucial.

La mayoría de los congresales de esos años tienen algo en común: su capacidad de migrar, de cambiar de camiseta, de suscribir el transfuguismo.  Mudables, móviles, nómades, peregrinos o aventureros, abandonan sus banderías originales como si nada y saltan  a otro carro para incrementar sus posibilidades de ganar. ¿Y los principios, las convicciones, las creencias primigenias?

1 COMENTARIO

  1. Ya lo dijo Hernando de Soto y la historia politica peruana lo confirma hasta hoy: «a los limeños les importa un comino la selva y su gente».
    Al margen de que a los personajes que pasaron por el Congreso y para lo cual prometieron el cielo y la tierra, no les interesa la selva; es tambien cierto que los propios congresistas loretanos no hicieron mas que llenarse de plata y olvidarse de su funcion al cual los electores encomendaron con su voto.
    Es una pena y una gran decepcion ver como mienten y roban al pueblo y es peor cuando de manera sinverguenza, aspiran a ser reelectos.
    Está demostrado que la selva es el patio trasero de este enfermo pais.
    Pero las cosas tienen que cambiar. Se tiene que dar un giro de 180 grados. Ya podemos vislumbrar los vientos de cambio en paises como Egipto y otros que estan cansados de tanta mentira, pobreza, engaño y corrupcion. No podemos seguir así, el Perú tiene que despertar, ya lo hicieron Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Paraguay y otros.
    Que no nos roben la esperanza y el futuro de nuestros hijos.

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