El examen cleptocratico
El besador y esperpéntico Charles Zevallos, en su mejor propuesta hasta ahora, ha lanzado una interesante idea sobre un posible examen a todos los candidatos que se creen con derecho a gobernarnos. Entonces, a la correspondiente hoja de vida, a sus obsequios populistas, a sus avisos publicitarios donde ofrecen el oro y el moro, a sus bailongos escandalosos, los unos y los otros deberían adjuntar un detallado y minucioso examen psicológico y toxicológico. Todo ello para que no se infiltren en el poder seres con taras mentales, con aberrantes propuestas, con vicios dignos del mundo de los capos.
Desde luego, el primero en pasar por dicha evaluación sería el citado Charles. No puede escaparse de su propia propuesta ni salir con una de sus payasadas para no pasar por la mano de los profesionales competentes que serían contratados para sanear en algo la vida política nuestra. Así conoceríamos si el antiguo burgomaestre de Punchana tiene alguna obsesión malsana en el fondo más oscuro de su persona para besar para tratar de conseguir votos. También sabremos si esas propuestas extravagantes surgen de una nebulosa cercana al manicomio. Otras sorpresas aparecerían entonces y los electores tendrían mejores argumentos para emitir su veredicto.
Nosotros consideramos que esas evaluaciones no serían suficientes. El gran examen, algo que nunca se ha hecho en el Perú, sería la evaluación radical de las tendencias cleptómanas o rateriles en cada candidato. Eso debería hacerse mañana mismo para que los servidores del dios Caco no lleguen a ocupar los puestos más importantes de la ciudad, de la región. Sólo los que no muestren ni sombras de ambiciones ratonescas o asaltantes tendrían todo el derecho de participar en la contienda de las urnas que se avecina.