DOMESTICACIÓN DEL TIEMPO  I

Entonces cursaban los años 1767, y los jesuitas eran expulsados de la provincia Mainas, dejando una gran debilidad a la región Loreto que en camino de su domesticación cae en el caos desorganizado, un caos de con mira al inicio, un Loreto que empezaba a consolidarse como una comuna cristiana y occidentalizada pero que este hecho niega toda labor avanzada por los jesuitas dejando lo avanzado en nada. Pero el perjuicio, y es de diplomacia aceptar que los jesuitas eran expertos en materia de educación, organización y de crecimientos económicos, también se sintieron en las colonias de quito y Lima con el despido de esta empresa religiosa que, desde la visión de la corona, estos querían apoderaras de las colonias con su tan buena administración y hacer de estos lares un reino ajeno a las intenciones de la madre patria.  Los jesuitas para haber avanzado tanto en estas colonias y haberse empoderado en la administración y organización era por su gran potencial de recursos humanos y económicos y logísticos que le habían llevado a los reyes de España a confiar en esta empresa para la conquista de nuevas colonias en nombre de su Rey y el Dios de los cristianos, propiedades de la que no contaban otras empresas religiosas que veían en esos proyectos cosa pasajera que no iba a generar mucha trascendencia. Pero los jesuitas con su filosofía de evangelizar todos los rincones del mundo y apoderase de él era su principal guía religiosa que no les impedía llegar y organizar las tierras donde, como lo decía Juan Ginés de Sepúlveda tratando de justificar la evangelización en el nuevo mundo “…esta guerra tiene por fin el cumplimiento de la ley natural para el bien de los vencidos, para que aprendan de los cristianos la humanidad, para que se acostumbren a la virtud, para que con sana doctrina y piadosa enseñanza preparen sus ánimos a recibir gustosamente la religión cristiana; y como esto no puede hacerse sino después de sometidos a nuestro imperio, los bárbaros  deben obedecer a los  españoles, y cuando  lo rehúsen  pueden ser  compelidos a la justicia… los vencidos sufren justa pena”. Los jesuitas bajo esta primicia occidentalizada avanzaban a paso de hormiga por el mundo hasta llegar a la provincia de Mainas, para luego ser expulsados.

Pues este vacío no fue justo ni justificado con la presencia de los Franciscanos por las regiones actuales de Loreto, Ucayali y San Martin, que no encontraron éxitos ni avances en la evangelización y transformación de la vastos grupos amazónicos indígenas que se habían apoderado de la Amazonía desde hacía miles de años. La desorganización de un Loreto que buscaba su rostro como ciudad colonial en mira de un auge era mirada a la nada. Ni Francisco de Requena, como gobernador en 1791 de la provincia de Mainas encontró los éxitos de una supuesta organización en la región, sugiriendo posteriormente a los responsables de la Corona de España, ante su ineptidud, fracaso de ingobernabilidad y su patético centralismo, la transferencia de la provincia de Mainas de la Audiencia de Quito al Virreinato del Perú, para que de este modo pudiera haber mejores recetas en la gobernación de esta provincia. Pero a pesar de la sugerencia ante la corona que habiéndole tomado en cuenta dicha sugerencia, la provincia indomesticada seguía estando fuera del óvalo de las influencias de la administración colonial.

Pero la historia del Perú volvía a  darle un nuevo rostro al tiempo, y llegaron la independencia con sus neurosis coloniales que, después de la ganada independencia, la expulsión de los franciscanos extranjeros que antes de las guerras de la independencia se encontraban evangelizando comunas y fundando pueblos volvió a abrir la brecha del distanciamiento de una región que indomesticada buscaba ser algo entre los tiempos que le habían y que le estaban negando una integridad a la conformación de un nombre en la historia de una nación.