Diez minutos

ESCRIBE: El compañerito

Un aficionado gramputea contra Nicolás Celis por dejarse expulsar. Pero la carga emocional del cholo hace comprensible cualquier reacción. Porque desde el pitazo inicial le dieron de alma al cholo. Y el árbitro se hizo el sueco. Chirinos siempre viene a hacerse el yo no fui. Expulsa a dos contrarios en los últimos minutos luego de perjudicarnos con el cobro de un penal que ni en Matute, menos en el Monumental y ni qué se diga en el Callao cobraría contra el local. Y es que los árbitros deben saber que lo único que les pedimos es que no perjudiquen al equipo. Que no vengan a tomarnos el pelo en nuestras narices.

Está bien que tengamos un equipo con deficiencias en puntos claves y que no se ha invertido para contratar un líder que lleve de la mano y se acerque al árbitro cuando nos quiere jorobar la paciencia. Ése líder nos falta, como nos faltan muchas cosas. Pero también nos sobra otras. ¿Alguien puede dudar hoy de la capacidad de Masho Salazar para dirigir un equipo? Y es loretano y da todo de sí para sacar adelante el equipo. Y el equipo son los dirigentes, los del cuerpo técnico, los jugadores, los utileros, los hinchas. Y todos debemos apuntar hacia un mismo norte. Que queden atrás aquellos que ruegan a sus sapos o bañan a sus motelos para que a Masho le vaya mal. Que queden atrás esos carachamas del deporte que convierten sus odios a Masho en chismografía barata que intenta favorecer al equipo rival. Que se queden en las divisiones inferiores esos seres inferiores que entrenan a niños y cometen la niñería de colaborar con los rivales ya sean del norte o del sur con el propósito de perjudicar a CNI. Todos esos que queden atrás. Bien atrás. Porque ese cuerpo técnico ha demostrado que tiene norte. Así lo reconoce, por ejemplo, el cabezón Reynoso. Si el cabezón reconoce el trabajo de Masho qué importa que un cabeza hueca sea un enemigo en nuestra propia casa.

Pero lo que demostramos el último sábado es que podemos dar alegría a la afición, remontar el marcador y hacernos respetar en la casa. Porque como dice la canción de Raúl Vásquez hecha especialmente para CNI: “la casa se respeta”. Y sólo exigimos eso: respeto. Los últimos diez minutos del partido contra Cobresol es para gritar hasta que nos quedemos sin voz: así te queremos ver equipo albo. Quitando la pelota al rival y avanzando con sed de gol. Intercambiando pases de un lado a otro y llegando al área rival. Ésa es la alegría que la afición espera. No es torpe decir que si demoraba cinco minutos más el partido metíamos otro gol más. Y hacer que nos respeten de locales es exigir que se aplique el reglamento y que los árbitros no se hagan de la vista gorda cuando los visitantes pisotean lo prohibido. ¿Recuerdan como en el debut de locales Chemo del Solar ingresó a la cancha con concha y ni el árbitro ni los policías aplicaron el reglamento? ¿Recuerdan que un policía en lugar de mantener el orden se empeñaba en tomarse una fotito con los merengues? ¿Recuerdan que nos quisieron pisotear esos cremas cuando apenas cruzan la frontera se portan como gallinas culecas?

Lo que pedimos es eso: que nos respeten, que los policías cumplan su función y que no estén peleándose para tomarse una fotito con el equipo visitante, que los árbitros apliquen el reglamento con equidad y, como hinchas, que el equipo juegue siempre como los últimos diez minutos contra Cobresol.