Escribe: Rubén Meza.
Acababa de pasar un percance en casa previo al almuerzo, habíamos ido a comprar unos pescaditos ahumados con Marinita, mi esposa. Mi brazo derecho medio que me está fallando. Y por eso me quebré y lloré sobre el hombro de mi hijo Juanky. En realidad estoy bajoneado desde hace varios días. Porque desde el sábado he dejado de trabajar por una decisión personal y familiar en medios de comunicación -escrito, radio y TV-.
Y ya almorzando, precisamente, Juan Carlos, me dice que falleció un periodista famoso del fútbol. Yo había decidido desconectarme de todo lo que es noticia, radio, prensa… de todo pues, lo que era mi mundo hasta hace tan solo un par de días. Por eso salté y prendí RPP. Me quedé en shock. Almorcé en lágrimas, no solo por la muerte del colega, sino porque se trataba de una persona joven cómo para que la parca le entre en coqueteos. Por la frustración de alguien que en tiempos en que ni el más fanático hincha soñaba con la clasificación, él lanzó su esperanza en palabras al decir que quería narrar un gol de Perú en un mundial. Por eso duele, porque estuvo así de cumplir ese sueño, pero el destino cual arbitro implacable le sonó el silbato sin dejarle, siquiera, un tiempo adicional para esa jugada final.
Y yo, que me estaba sintiendo decaído emocionalmente por esta para en mi labor periodística, me siento afectado como su admirador, como su hincha -porque aquí donde me leen, yo tuve el honor de narrar y comentar partidos de futbol profesional para LVS y la prestigiosa radio Ovación que fundara el gran Alfonso «Pocho» Rospigliosi-. Y Daniel, en esta osadía, era mi principal referente.
Hoy me acuerdo de ese pasaje de mi vida periodística, y por su puesto tras una rápida rebobinada de las narraciones de Peredo desde el inicio de la década del 90, desde entonces una mejor que otra, pero me quedo de todas ellas con tres de la selección: La del gol de Fano a Argentina, tras una trepada increíble por la banda izquierda de Vargas. La del triunfo ante Ecuador en Quito. Y la del empate de Guerrero frente a Colombia en el Nacional. Y la yapa -como diría él-, clasificatoria anterior, el gol de media vuelta casi al borde del área chica de Farfán ante Chile, en Lima.
Por eso hoy me saca abruptamente de mi descanso, de mi purga, de mi desintoxicación, para escribir algo.
El periodista, el mejor -de lejos- narrador deportivo peruano de estos tiempos solo puede cantar un gol de su selección en un mundial desde la suprema cabina celestial.
Hoy, aquél que nos hizo llorar de emoción tantas veces con su narración de los goles de Perú, nos arranca unas lágrimas ante su repentina muerte.
#GloriaaPeruenlasalturas #DanielPeredo