Tessy López López, joven de 24 años, recientemente graduada de contadora, nacida en Requena, fue encontrada muerta, en un fangal a la altura del kilómetro 5 de la carretera a Santa Clara. Ahí fue arrojada como un costal de basura por su asesino, tras violarla, ultimarla a martillazos en la cabeza, desprenderla un diente, rosearle con combustible y quemarla.

Todo eso, nos indigna, nos pone en nivel de repudio a la violencia. Gritamos desgarradamente exigiendo justicia. Reventamos las redes asqueados por este crimen. Realizamos plantones, marchas y vigilias. La ciudadanía se activa y levanta y deja escuchar su voz.

Aunque nos hubiera gustado sentir la posición clara y contundente de las autoridades, de los líderes, de personalidades representativas de nuestra sociedad, pero, siento que una vez más, por el cálculo político y convenido mandan al carajo su lado humano.

Por eso, más allá de la denuncia y la exigencia firme para que se haga justicia y que al o los culpables les caiga todo el peso de la ley, creemos que la pérdida de esta vida por feminicidio debe convocarnos de una buena vez a cambiar de actitud a todos. Que nadie se sienta excluido o no tocado o afectado por este hecho. Toda persona de bien no puede estar detrás de la puerta, mirando por la rendija de la indiferencia, cuando esta realidad nos enrostra nuestras falencias y debilidades que como sociedad  tenemos, no de ahora sino desde hace tiempo. Lo de Tessy, nuevamente nos pone contra la pared, nos agarra a bofetadas. Ya viene siendo hora de que pasemos de lo meramente policial y judicial a labores preventivas. Debemos entender que la solución no está en lo represivo, en condenar o sancionar al feminicida, hay que trabajar acciones para que no se presenten más víctimas.

¿Cuáles son las políticas de salud pública encaminadas a disminuir o prevenir estas muertes o atentados contra las mujeres, niños o LGTBI? ¿Qué acciones de salud mental se realizan en nuestra ciudad o región? Preguntas que las trasladamos a nuestras autoridades y las instancias correspondientes.

La violencia de género, aquella que estalla en los hogares o en el entorno  más cercano no se va a frenar o controlar con operativos policiales. A esos que se deleitan tomando fotografías al cuerpo desnudo de una mujer asesinada en el interior de una sede del Ministerio Público para luego difundirlas en las redes sociales. A los que justifican estas agresiones y crímenes por la forma de ser, vestir y actuar de las víctimas. O porque -como dicen algunos policías- de pronto tuvieron el atrevimiento de contestarle mal o no hacerle caso al mandato de su hombre. Incluso -en varios medios de comunicación- difundir imágenes explícitas de lo violento, de utilizar un lenguaje machista, violentista y cómplice, se acepta porque todo vale por el bendito “rating”. Toda esa suma terrible, esa mezcla de atrocidades, inequívocamente nos dicen que el problema es mucho más complicado. Pero al mismo tiempo nos reclama urgente un cambio de actitud. Lo ocurrido con Tessy debe ser el punto de quiebre. Ya no podemos darle una sola oportunidad más a estos crímenes de odio por enfermizos sentimientos. ¡Ya basta! Hay que salir del hoyo, porque si no este espiral nos va a seguir arrastrando a convertirnos en una sociedad cada vez más carcomida e insensible.

Con Tessy, ya hay una menos. Ya es un número más en las estadísticas policiales. Y en unos días se apagará la protesta y demanda de justicia. Y  los periodistas le daremos vuelta a la página por otro titular. Y seguramente volveremos con lo mismo a la próxima muerte violenta de una mujer. ¿O no?

@RMezaS

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