Los que habitamos en la floresta estamos en otra cosa, desgraciadamente. El pensamiento centralista nos tiene adormilados y con poca respuesta. Algunos miran, infelizmente, al palustre como un área para los bionegocios, una suerte de capitalismo, pero verde, promovido por diferentes instancias e instituciones, que de verde, en verdad, tiene poco por esa endemoniada lógica extractivista sobre los recursos naturales que miran a estos recursos como inagotables. Es un mal maquillaje este capitalismo que se llena la boca con sostenibilidad y otras zarandajas. El problema de estos modelos extractivos es cambiar para que todo siga igual. A la par, el modelo institucional sigue siendo colonial extractivista. Hace unos días se publicó la noticia donde se daba cuenta que hay una íntima relación de los nombres indígenas con el de la denominación de las plantas, esos nombres, no fortuitos, encierran saberes ancestrales, y ese saber, lamentablemente, se pierde con la desaparición de estas lenguas. Pero, en la Amazonía, nadie se ha inmutado por esta noticia, siguen en sus trece, en ese pasmoso solipsismo, propiamente, tropical. Nos remarcaba la noticia que la desaparición de una lengua indígena acarrea como consecuencia que se pueda identificar una planta que ha costado cientos de años domesticarla para nuestro uso, un nicho ecológico de saberes, de conocimiento ¿Alguien o alguna institución se ha pronunciado al respecto? Seguimos a nuestra bola.
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