En menos de una semana me ha tocado despedir a tres grandes apristas, y me embarga la tristeza. María Silva de Sepúlveda, es una de ellas. Madre de nueve hijos, tres varones y seis mujeres -todos compañeros-, abuela de muchos nietos, mujer profundamente cristiana evangélica, aprista de corazón y de compromiso militante, tenaz en su lucha por la subsistencia. Me conmovió el discurso de uno de sus hijos, que más que fúnebre o de melancolía fue de fervor y de apoteosis por la vida. Conocer, aunque brevemente, las peripecias que esta línea de sangre tuvo que pasar para mantenerse estoicamente unida en su necesidad del pan cotidiano, en su convicción por la causa tempranamente abrazada y en sus múltiples emprendimientos familiares, es, sin duda alguna, una lección de amor paternal y filial ejemplarizadora.
Qué difícil es pronunciar un discurso en una circunstancia como ésta. Mejor es el silencio respetuoso, el acompañamiento fraterno, la elevación callada de una oración, el abrazo entero, el eslogan que se agita para reprimir la lágrima.
Otro compañero que partió es Marcio Ruiz Tuesta. Aprista de tradición, de firmeza en la expresión, loretano de pura cepa, con hijos y muchos sobrinos apristas. ¿Cómo es que este policía de la comisaría de Orellana en el río Ucayali optó por el aprismo en sus tiempos mozos y mantuvo su lealtad sin mácula hasta el final de sus días? En estos tiempos de facilismo transfuguista habría que rasparle la uña a este formidable militante y dársela de tomar en dosis adecuadas a ciertos convenidos y oportunistas -escasos felizmente- que se reclaman apristas en el momento de la victoria, pero que voltean la cara en el momento de la prueba.
Al término del entierro, la familia, los amigos y compañeros nos reunimos para contar algunas anécdotas referidas a Marcio. Una de ellas la cuenta un entrañable maestro de generaciones, Orison Pardo, que refiere que cuando Alan García realizó su famosa gira a Loreto en 1983 en la lancha “Augusta” desde Pucallpa hasta Iquitos, le retó al compañero policía a probar su puntería en un tronco de madera que bajaba solitario por el Ucayali. Alan no acertó una, pero Marcio acertó todas. Muchos le recordarán como el compañero que saludaba invariablemente con la mano izquierda ejerciendo una gran presión sobre la tuya. Si no estabas prevenido, te podías llevar un susto al oír sonar tus huesos, un verdadero búfalo.
Ahora, los compañeros contamaninos llaman para darnos otra ingrata noticia. Acaba de partir el gran compañero Nicasio Sánchez Meléndez. Motorista de la antigua compañía petrolera que explotaba los pozos de Maquía cerca de Contamana, sindicalista que hizo temblar más de una vez a la patronal, luchador sin cansancio contra la desmembración de la provincia de Ucayali del seno del departamento de Loreto; habitual anfitrión y, también, huésped, en la “plaza de los machos” construida en honor a esa histórica lucha regional de principios de los ochenta; regidor del -eso sí- Honorable Concejo Provincial de Ucayali que firmó y votó a favor de la moción de orden del día que condenó el golpe de Fujimori del 5 de abril de 1992, exigiendo el retorno de la democracia.
Nicasio Sánchez ha partido. No me es fácil dominar mi congoja ante esta noticia. Es uno de mis maestros del que aprendí mucho. Y cuando digo aprender, digo aprender en toda su extensión: de rebeldías con causa, de sentencias injustas, de expiaciones inevitables, de heridas que agobian, de honores mezquinados, de corajes irreconocibles, de laureles del espíritu, de amores ilusos, de amores incondicionales, de amores que se resisten a morir, de glorias por conquistar.
Escrito por: Moisés Panduro Coral.
gracias moises es cierto lo k dices a dos de ellos los conoci a marcio y a nicasio dos emblemas del apra en la provincia de ucayali
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