Desmeléndicemos la política

Quienes pensábamos que el gobernador regional de Loreto, Fernando Meléndez Celis, había tocado fondo en cuanto a despropósitos luego de su llanto semi histriónico con aquello de las muertes de Datem del Marañón y de la conferencia de prensa donde amenazó inconsistentemente a empresarios y periodistas tenemos que admitir que nos hemos equivocado. Pues la convocatoria compulsiva a una movilización «de respaldo» obligando a empleados públicos a asistir y proporcionando buses para que la gente de pueblos jóvenes acudan a la misma es una demostración que la coherencia no acompaña al gobernador. El apoyo público y notorio a la paralización de algunos motocarristas -que una vez más nos han puesto ante la evidencia que instalar la violencia en la ciudad de Iquitos no es nada difícil cuando se tiene el apoyo logístico de una autoridad regional- con el único afán de molestar a la alcaldesa Adela Jiménez, de quien recibió apoyo mediático y logístico en la campaña electoral y que hoy se ha convertido en su enemiga a pesar de haber llegado a la gobernación con aquello de «política del corazón». La aparición vandalesca -el término viene de vándalos- en el Ministerio Público donde ha acudido con guardaespaldas que están tan confundidos que a veces se consideran periodistas y a la que llevaron tardíamente a pobladores que ni tenían la idea de lo que hacían por el lugar es una demostración que el gobernador está en el límite que separa la realidad de la ficción o, mejor decir, de la cordura a la locura. Dicho todo esto como resumen para no hablar lo que se murmura cada vez con mayor frecuencia en «radiopasillo» del Gorelor, es decir del despelote presupuestario y el desorden admnistrativo que impera porque los(as) subalternos se consideran jefes(as) y los jefes(as) no tiene don de mando porque el gobernador ha priorizado situaciones extracurriculares para colocar a personas en los puestos donde se debería diseñar la política regional de cada sector. Aparte del bochorno creado con la dirigencia empresarial agrupada en la CONFIEP que visitó Iquitos la última semana y que se ha ido con una visión clara del gobernador, es decir, un tipo que ni siquiera las promesas protocolares más simples es capaz de cumplir.

Para no perdernos en el mar de situaciones inapropiadas que han invadido las esferas de la gestión de Meléndez solo nos limitaremos a lo que ha hecho en el Ministerio Público, básicamente con algunos personajes que a pesar de ser colegiados parece que no han acudido nunca a algún colegio primario. Convertir a conductores de televisión y de radio en meros guardaespaldas ha sido la evidencia que Meléndez destina recursos del canon petrolero no para difundir grandilocuentemente sus acciones de gobierno sino para que destruyan mediáticamente a quienes considera sus opositores. Y eso, como lo han señalado quienes tienen una mínima noción de lo que es la función periodística, no solo es balcanizar el oficio sino menospreciar la labor de quienes deberían convertirse en difusores y no en peones. Pero ese que se ha apreciado en la vereda del Ministerio Público el gobernador lo ha practicado en los demás sectores.

Ahí está el sector de construcción civil -tanto en el ámbito obrero como empresarial- donde favorece a quienes considera sus favoritos y destina fondos para sostenerlos. Las obras paralizadas y las ya concluidas pero no utilizadas ni inauguradas en el campo y la ciudad son la demostración que el gobernador ni siquiera sus preferencias empresariales las dosifica muy bien. El centro hemodador ubicado en Iquitos tendría que estar funcionando pero la mezquindad lo tiene abandonado como si un gobernador no está en el cargo para pensar primero en el beneficio de la población y no en sus odios políticos. Los empresarios que han tenido acercamiento hacia él coinciden en señalar que va de despropósito en despropósito. Y en la clase obrera su preocupación maligna ha sido crear un sindicato paralelo con la finalidad de usarlo a su favor y en contra de la clase obrera cuando lo democrático tiene que ser dar la batalla desde dentro. Y en ese rubro la intención de tener agrupaciones bajo su imagen y semejanza ha encontrado en el Frente Patriótico de Loreto, una entidad poco huraña pero no por ella dirigible.

En el sector Salud la enfermedad de la mediocridad no ha podido atacar con mayor dureza. Es cierto que las muertes por rabia silvestre o los neonatos fallecidos a los pocos meses de la gestión son más duros y criticables de todo lo sucedido. Pero el despilfarro en época de crisis presupuestaria y el reino de la mediocridad en campañas sensibilizadoras han hecho de la DIRESA una enajenación generalizada. En el sector turismo no se aprovecha nada de las bondades que poseemos y nadie en las oficinas de la DIRCETURA piensa en diseñar una política de atracción al turista nacional o extranjero. Todo está supeditado a la generación espontánea. Los empresarios turísticos -ya de por sí preocupados en sus inversiones- no tienen ganas de reunirse con las autoridades del sector porque las mismas demuestran un desconocimiento integral del tema y no son capaces de convocar a nadie. Tanto en salud como en turismo en el largo plazo pagaremos las deficiencias que hoy pocos notan.

Así las cosas lo mejor sería que desmeléndicemos la política regional porque de lo contrario tendremos otras paralizaciones de motocarristas, otros guardaespaldas que se creen periodistas, otros sindicalistas que combaten a sus compañeros de clase, otros dirigentes gremiales que creen que arrimándose a la autoridad consolidan el gremio. Y, claro, para no referirnos a esos dirigentes de nada que -previa coordinación- aparecen en los medios que el gobernador financia- para despotricar de los demás por las mismas razones que antes despotricaban de Meléndez: dinero.