Right now! 08:30 de la noche. Lunes 03 de julio de 2018. Trato de desahogar mi mochila, retiro los libros y materiales usados en el día —con tanto ajetreo en muchos lugares ya desea contar su propia historia—, lo cargo de nuevos objetos y con muchas páginas de conocimiento, entretenimiento, y otros fines.
La maleta que me acompaña siempre, — ella si tiene su propia historia contada, o eso creo— hoy guardada en un rincón de mi espacio personal, necesita las mismas atenciones. A lo mejor, en la próxima oportunidad que me toque emprender una nueva travesía encuentre una mejor forma de cuidarla.
Con muchos, pocos y algunos lugares recorridos —¿cantidad?, es lo de menos—, viajes, en fin, de aquellos para transitar la selva en particular (Yurimaguas, Tarapoto, Moyobamba, Pucallpa, etc.), siempre me sentía extraño cada que regresaba a casa (en Iquitos) o al colegio (En Moyobamba), las cosas que conmigo retornaban me parecían ajenas, pese a que eran las mismas (polos, camisas, calcetines, libros, etc.). Tal vez, el extraño era yo en cada sitio, cada persona nueva que conocía, algún relato novedoso sobre el pueblo, el reencuentro con mis amigos de colegio —esos hermanos de otra sangre, pero sincronizados con sueños particulares: Ser mejores—, cada plato de comida, una nueva canción, me hacían sentir universal, se apoderaba de mi una especie de nacionalismo global, la expresión máxima de identidad.
8:45 pm. Se reproduce en el celular “movimiento” de Jorge Dexler, esperaba un tema musical de ese nivel para poder reflexionar con mayor sentido de todo lo vivido y ya conocido. Recojo el último libro que me queda por guardar en el estante, es un ejemplar de “Animal de Lenguaje”, del poeta Carlos Reyes Ramírez. Este libro es especial, justo en el momento indicado reviso nuevamente sus páginas, más por la profundidad, originalidad, compromiso y sobre todo las interrogantes constantes del entorno que toman vida en cada lectura de sus versos. “… de ningún lado del todo y de todos lados un poco” se menciona en el coro de la canción.
Exactamente eso es lo que creo ahora que soy, puedo defender el espacio más lejano que se encuentre en peligro con el mismo valor que defiendo desde mi labor y quehacer a la tierra en la que vi por primera vez la luz amazónica, comprendería y ayudaría sin perjuicios al más completo extraño como alguien de mi familia, eso somos todos en realidad: hermanos universales.
Repasando los versos del libro me convenzo de haber encontrado una obra mayor, pues esa confesión interior del “yo” poético me obliga a reencontrarme con lo amazónico mío, me invita a defender esta tierra porque en ella queda mi esencia para siempre.
9:20 pm La soledad de la noche ya se hace notar, ya planifico un retorno a los lugares que me hicieron sentir en casa, me preparo para descansar, no sin leer el poema Nada soy sin la naturaleza, me siento en deuda con la selva, mas estoy seguro que “La natura me despertará con la emoción del astro errante de la madrugada.”