Por: Gerald Rodríguez. N
Por mucho tiempo que he venido repasando la obra El búho de Queen Gardens Street (Tierra Nueva-2011) de Miguel Donayre (Iquitos, 1962) he llegado a la conclusión que se trata de una novela sumergida, una novela que describe la civilización o insensibilización cauchera, en la selva amazónica de los años 1912, una novela entre el ensayo, la autobiografía, el diario, la aventura, novela de viaje y de profunda reflexión, en busca de las huellas de un hombre huitoto que llegó a Londres en manos de Julio Cesar Arana, y prometía ser algún día un gran doctor. La novela que es parte de una trilogía cauchera rebusca en los pasos perdidos la explicación de nuestra desangrada historia, la comprensión del dolor oculto que heredamos en nuestra sangre por un pasado aterrador. El Búho de Queen Garden Street es la primera obra cauchera que nos narra los sucesos del Putumayo desde las voces perdidas, desde el extremo oculto de la misma verdad.
El búho de Queen Garden Street no deja de ser el relato de un viaje sentimental, al mismo estilo de Sterne, Stendhal, Chateaubriand, Magris, donde el narrador nos sumerge a los sucesos que marcaron con muerte nuestra historia amazónica, mientras recorre los lugares por donde el huitoto Juan Aimena anduvo con el patrón, Julio Cesar Arana, para ser moldeado como todo un caballero inglés, y de esta manera Arana pudiera justificar su plan macabro de “civilizador en la selva amazónica”, mediante el esclavizante proyecto de hacerlos trabajar el caucho y con eso entregarles algo que ellos no tenían: alma. Miguel Donayre reconstruye en forma de mosaicos, a través de los diferentes lugares visitado, analizados, el maquiavélico plan de Arana para aglutinar fortuna mediante el sistema salvaje del esclavismo con los indígenas, y mediante diferentes estrategias de endeudamientos que practicaban para apropiarse de sus vidas y de sus familias hasta que el peso insignificante del caucho, el salvajismo, la injusticia, la inhumanidad de los patrones los matara. La novela capta en los signos de aquella gran y horrenda historia, y en las mínimas y efímeras huellas de la vida indígena cotidiana, las nervaduras precisas del dinero que hacía posible la masacre, como lo era la Peruvian Amazon Company, situada en Londres. Entre el ensayo, la crónica, el diario, la ficción, El búho de Queen Gardens Street es esa novela, por las cualidades de su visón y su estilo, y más que todo por aquel ensamblaje que hace de toda una época de masacre, que marca un estilo original, dentro de un lenguaje lleno de ritmo, lenguaje autosuficiente, que nos entrega el desencanto que es la utopía del paraíso en la Amazonia, con esa cruda verdad, que desde la ficción, uno puede sentir el olor a sangre, puede escuchar el clamor y puede figurarse el dolor de quienes murieron en un intento de escapar de ese infierno.
Miguel hace vigente la presencia del dolor y la actual situación de vulnerabilidad que sigue viviendo el hombre amazónico en la actualidad, que El búho de Queen Graden Street se convierte en una obra fresca para el debate y el análisis de la situación del hombre amazónico y la conservación del medio ambiente, porque al igual que en el pasado, la Amazonía sigue siendo vista por una gran parte del empresariado nacional e internacional, como un lugar que hay que exterminarlo, hay que acabarlo, porque en ello está la salvación para el desarrollo, para luego dejarnos sin huellas, dejarnos sin pasado, sin casa, sin futuro, como tampoco lo tuvieron los indígenas que murieron en los campos caucheros, cuando les prometieron que la goma les traería desarrollo, progreso, civilización, pero lo único que le trajeron fue la muerte.