Cada vez que se produce un derrame de petróleo el tema de la contaminación regresa a agenda. Como si la contaminación sería temporal. Como si los desastres fueran parte de la estación. Los derrames son tan antiguos como la explotación misma. Por eso mismo deben ser tratados con profundidad y no con espíritu bomberil, es decir de tratar de apagar el fuego y cuando esto se produce olvidarnos de lo fundamental: que se explote los recursos responsable y adecuadamente.
El reportaje difundido por el programa “Cuarto Poder” de América Televisión muestra lo que pasó en la zona de Barranca, en la provincia de Datem del Marañón, después del 24 de junio cuando 600 barriles fueron derramados en medio de la selva. Cuando se conoció el desastre ecológico algunos se empeñaron en discutir si el petróleo llegó o no al río Marañón. Todo hace indicar que no llegó y el oro negro se quedó sólo en la quebrada. Pero eso lejos de minimizar los daños lo que hace es focalizarlo. Pero que existió el daño ya no hay duda. Tanto así que luego de dimes y diretes la empresa estatal tuvo que admitir situaciones que días antes había negado, es decir que aún se realizan operaciones y que el crudo dañó el ambiente.
Una de las autoridades del lugar, Jairo Nuñez, casi implorativamente ha pedido que siquiera se construya una piscigranja y que el nuevo gobierno haga que el agua potable llegue a la zona. No se sabe si la petición es producto de la desesperación pero una piscigranja no asegura que en el futuro no se produzcan derrames y el agua potable debe llegar no porque el gobierno central ejecute un programa en ese sentido sino porque las autoridades locales entiendan que el vital para la salud de la población. Si las autoridades nacionales no tienen claro lo que deben hacer en la Amazonía, es también cierto que las autoridades regionales no saben lo que se necesita para mejorar la situación en las zonas petroleras.
La versión de alcalde de Datem del Marañón, René Chávez, indicando que los niños de su jurisdicción no están estudiando más que una fotografía de la realidad es una corresponsabilidad de las autoridades cuya solución pasa necesariamente por implementar políticas de largo plazo. Colegios adecuados, niños y jóvenes bien alimentados y profesores capacitados tienen que ser elementos de desarrollo y no motivo de queja. Chávez, un alcalde que tiene formación médica y, por lo tanto, preparado para realizar diagnósticos, tiene que emprender algo más que quejas frente a la realidad de su pueblo.
El último derrame de Barranca nos ha dejado un presidente de Petroperú renunciado, con información que la empresa ha tenido ganancias de más de 500 millones de dólares el año pasado y más de 250 millones en lo que va de este año. Pero si esa ganancia no llega a las zonas donde se explota el recurso tendremos que acostumbrarnos a llorar sobre el petróleo derramado.