DEMORA DESPUÉS DE LA MUERTE

En el rubro de las muertes burdas, tontas y torpes, puede destacar un sujeto del pasado que, con el afán de pasar un buen rato, de divertirse a expensas de otros, emborrachó a su asno. El animal, que habitualmente no anda de copas, ni inventa celebraciones para chupar hasta de gorra, ni espera ansioso los feriados largos para abusar de las botellas, hizo lo que tantos zampados del norte y del sur, de allende y aquende, de  acanga y de allanga, como movimientos zigzagueantes, metidas de las cuatro patas y balbuceos sucesivos, lo cual provocó la risa del energúmeno. Pero este se rió tanto que no pudo detenerse, y murió sin más trámite. Murió contento, se podría decir considerando que toda muerte es dolorosa. Pero sus deudos no pudieron ni bromear ante semejante deceso.

Después de más de 3 largos meses los deudos de los que murieron en la caída del helicóptero en la zona del río Napo, no pueden ni dormir. Menos esbozar alguna sonrisa aunque sea triste. Además del inevitable  dolor por la ausencia sin retorno de sus seres queridos, tienen que soportar una especie de matraqueo, de terna postergación, de parte de las autoridades correspondientes que no les entregan los restos de los fallecidos ni les permiten reconocer los cadáveres. Es cierto que ese tipo de hechos requiere de un trámite, pero si todo está en cero, en nada, ya resulta preocupante. Por decir lo menos. No puede demorar tanto la entrega de los restos de las víctimas del accidente, por ejemplo.

La inevitable muerte no es entonces la gran niveladora, donde todos van al mismo descanso eterno. Puede ser motivo de más dolor, de incomodidades, de sospechas. Corina del Aguila, madre de Deyvis Salas, uno de los fallecidos, ha hecho una denuncia pública contra la demora. A ese paso jamás podrán cobrar los seguros a los que tienen derecho por ley.