Comienza a llover sobre mojado en torno al Museo de Iquitos. Que la foto de la invitación no es la más adecuada, que el color que se ha usado para el diseño no tiene nada que ver con la ciudad de Iquitos, que el lugar donde se alzó la edificación no es el más idóneo, que fue innecesario cerrar la calle para la inauguración, que no se debió desvestir un santo para vestir otro y que no sé quién y no sé cuántos.
Uno ingresa al Museo de Iquitos y muy adentro dice que a falta de panes buenas son tortas. A no tener ningún espacio por lo menos ya contamos con un ambiente donde se repasa la historia de Loreto. Y entiende a aquellos revoltosos de toda la vida que se quedan callados solo por el hecho de no aparecer aguafiestas, de no dejar pasar y dejar pasar. Todos los consultados por este columnista tienen peros. Todos los que alguna vez se interesaron con seriedad por la historia de Iquitos tienen protestas pero que la evitan porque no quieren aparecer como opositores a una obra que en verdad nos hacía falta pero que no merecíamos.
Gino Ceccarelli está ahí por casualidad y no por causalidad. Encontraron ahí dos obras de uno de los mejores pintores amazónicos y lo colocaron en la pared. Sin ninguna leyenda, sin ninguna referencia donde se lea que su técnica es la más apropiada y que su cosmovisión es una divinidad en medio de la Divina Comedia, que sus colores se han atrevido a darnos una bofetada al convencionalismo y han creado su propia dinámica. Que Ángel Chávez merecía tener su espacio propio, no una referencia sino una pared llena de su mejor pintura, que lo suyo es un canto enorme a los colores y sabores de la selva amazónica. Que Rember Yahuarcani, con toda su madre, padre y espíritu santo, tienen una técnica genética que no ha sucumbido a los horrores de la época del caucho y que esa matanza fue la fuente de inspiración para no matar las ilusiones. Que Bendayán con toda su bondad acuarelista está desperdigado innecesariamente en los rincones de un museo que tenía que ser fuente de enseñanza viva y no un canto al amiguismo más ignominioso que se practique en la Amazonía, que los pintores callejeros de la Escuela de Bellas Artes debieron reclamar un espacio que los han negado por los siglos de los siglos. Qué quieren que les diga cuando pregunto por la belleza del lugar y me gritan que no es el más apropiado pero que debemos callarnos en nombre de la escasez de lugares. Y gramputeo y recontragramputeo porque en cualquier rubro que me metan el dedo pero en esto no. Que don Luis Repetto abusó de nuestra nobleza, que no debió portarse así con esta ciudad, que se pasó de la raya, que no sé qué y no sé cuántos, que los revoltosos del Oriente se quedan sin aliento porque mejor es callar antes que protestar. No, hermano, así no juega Perú. Que la alcaldesa tiene que cerrar ese lugar hasta que se cambie el texto y contexto, no podemos permitir que los alumnos vayan al Museo de Iquitos a confundirse con nuestra historia. Dónde se ha visto que se rinda culto a los escritores olvidándose de nuestros escritores. Continúo el lunes porque les juro que la rabia no se me va pasar pronto, los juro.
Me obligaba a no pronunciarme de modo alguno con lo que viene o no viene haciendo esta gestión municipal; no obstante me parece que sobre este particular, se ha debido considerar las propuestas del Plan COPESCO, que se resumen del modo siguiente: El convenio suscrito entre la Municipalidad y el Plan COPESCO para la ejecución del proyecto de mejoramiento y ampliación del Boulevard de Iquitos consideraba dos componentes fundamentales que resumían la visión de la municipalidad; uno estaba relacionado con la identidad amazónica y la segunda a los avances arquitectónicos para ofrecer un ambiente que favorezca el desarrollo de la actividad turística y el aspecto recreacional; el costo del proyecto fue de 16 millones de soles que se encontraba en la fase de pre inversión y debía hacerse algunos reajustes para armonizar la pretensión de la comuna para que el Malecón se extendiera hasta la Plaza Clavero; mientras que COPESCO pretendía que éste llegara hasta la calle Ricardo Palma. La obra comprendía un centro de documentación, sala de conferencias, museo, acuario, juegos recreativos, restaurantes, una pasarela sobre el río desde la Capilla Consolación hasta el jirón Pevas, entre otros.
La actual gestión de Maynas, ha dejado en el olvido este proyecto de debía ser financiado en un 82% por COPESCO, o también puede ser que simplemente no les interese. En el año 2011 COPESCO publico en su portal que ésta obra era de carácter prioritario.
Que mejor lugar para este Museo que el boulevar.
Alguien tiene que parar esto. Que el museo sea el reflejo del hombre de estas tierras. Y aquí no hay chauvinismos!!
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