Controlar no es sancionar, únicamente. Es muy difundida esa perspectiva incompleta y equivocada de la función de un sistema de contraloría. Menos mal que ahora tenemos un Contralor que tiene una idea precisa del verdadero sentido de la función de controlar y que, bajo ese marco, ha iniciado una reforma de esta importantísima agencia pública para el desarrollo y la prosperidad de la nación. Tuve la oportunidad de escuchar su presentación hace unas semanas atrás en un evento gubernamental y por eso afirmo lo que afirmo.
Lo primero que debo resaltar de este nuevo esquema es que ahora la Contraloría orientará gran parte de sus energías hacia el sentido preventivo de su función que es precisamente sobre lo que, desde mi modesta postura ciudadana, he venido sosteniendo hace años. En 2001, cuando fui candidato al Congreso, una de mis propuestas era la de promover una ley que priorice el control previo, antes que el control posterior. Puedo testimoniarle con un volante de campaña que guardo como un recuerdo de aquél año. No era una propuesta fina -lo reconozco- porque no se trata de imponer con una ley el cumplimiento de una función que ya está prescrita en la normatividad vigente, pero su propósito era llamar la atención acerca de la urgencia de cortar las alas a los corruptos antes de que blanqueen su oscuro negocio.
La lógica de entonces y la actual es sencilla. ¿Qué sentido tiene controlar lo que ya se ha ejecutado? ¿Cómo sabemos que una obra contratada o un bien o servicio adquirido, cuesta lo que el expediente dice que cuesta? ¿Por qué hay tantas adendas en las obras que incrementan significativamente su costo final respecto del monto inicial? ¿Cómo es que los eufemísticamente llamados “vicios ocultos” se han multiplicado hasta la estratósfera en los últimos años? ¿Por qué es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que el Estado gane un arbitraje frente a un ejecutante de obras que se paralizan, se abandonan, y no sirven al pueblo, mientras los mafiosos viven su regalada vida?
¿Qué es más coherente? ¿Curar el cáncer o prevenir el cáncer? Cuando el cáncer ya ha afectado -germinal o terminalmente- a un organismo, la curación es costosa. Hay que hacerlo, quien dudaría de eso, pero es costosa, y muchas veces, lamentablemente, no alcanza para recuperar al paciente. La respuesta más coherente y certera es que prevenir este mal no solo resulta menos costoso, sino que evita que la enfermedad se despliegue o alcance un nivel irreversible en el organismo. Eso es exactamente lo que debe hacer el sistema de control. Nuestro país pierde millones de soles tratando de curar el cáncer de la corrupción en lugar de prevenirlo.
El señor Nelson Shack ha señalado que a partir de su gestión, se “realizará un control aleatorio de la calidad de la pre inversión, y para ello, se articulará con los entes rectores a fin de asegurar la calidad de las inversiones, con el objetivo de evitar el sobredimensionamiento de los costos y facilitar la ejecución de los mismos”, pues “el control tiene que servir para mejorar la calidad de las intervenciones públicas”. El hombre lo tiene claro. Es en la etapa de pre inversión, es decir cuando se realizan los estudios, en donde hay que establecer un control eficaz puesto que ello incrementa la probabilidad de que el monto establecido como valor monetario de una obra o una adquisición esté más próximo a la realidad y distante de la sobrevaloración que es una práctica corrupta que origina grandes pérdidas a una nación urgida de buen desempeño, honestidad y transparencia de sus autoridades y funcionarios.
Como vemos, la Contraloría ha estado trabajando con procedimientos anacrónicos. En naciones con altos niveles de desarrollo, el sistema de control profundiza las auditorías del desempeño, es decir la verificación de los resultados obtenidos con eficiencia y eficacia para la creación de valor público; en nuestro país seguimos todavía auditando procedimientos o actos ya ejecutados. El contralor lo ha dicho sin reparos: “la ineficiencia y la corrupción son las dos caras de una misma moneda que termina matando a nuestra gente, especialmente a las más pobres”
En hora buena que se intente reformar el sistema de control. ¿Cómo podríamos seguir confiando en un organismo público que, contrariamente a su naturaleza funcional, se había infectado de corrupción, de inconducta funcional, de burocratismo y de cuadriculez normativa?