¿Cuándo se jodió Loreto?

 Por: Moisés Panduro Coral

No puedo decir que hay un momento preciso en que Loreto perdió el rumbo de la historia. A mi juicio, hay varios momentos. Uno de ellos fue cuando el imperio británico con todo el poder que le confería ser la potencia económica de principios del siglo XX nos robó el germoplasma del caucho para llevarla a sus colonias en Asia y, paralelamente, le declaró la guerra a los caucheros peruanos afincados en Iquitos, como en el caso específico de Julio C. Arana, tratando de desacreditarlos internacionalmente para quedarse solos en la competencia por el mercado de las gomas en el mundo. Además, existe información que evidencia cómo los ingleses actuaron en contubernio con los Estados Unidos, la naciente potencia de entonces, con el objetivo colateral de compensar a Colombia por la pérdida de Panamá. Los norteamericanos estaban urgidos de indemnizar a la nación de la cumbia por ese despojo territorial y lo lograron a costa de territorio peruano.

Nos jodimos, digo, porque aquí en Loreto, lejos de denunciar las artimañas de estos imperios, nos pusimos a hacerles coro a los ingleses. Y por lo que veo actualmente, en lugar de investigar y acercarnos a la verdad histórica, los loretanos seguimos tocándoles la ronda a esta estratagema diplomática, empresarial y política urdida hace 100 años que nos hizo creer que los buenos eran los cónsules extranjeros y que los malos eran los empresarios loretanos.

Un segundo momento fue cuando se dio la exoneración tributaria en el primer gobierno del presidente Belaúnde. Es cierto que Loreto necesitaba un régimen tributario excepcional para promocionar el desarrollo regional, pero el gran error –lo venimos diciendo hace más de dos décadas- es que la legislación no hacía una diferenciación entre los sectores productivos y transformativos y los de comercialización y servicios. Sucede que después del periodo del caucho aquí quedaron muchos ex caucheros dueños de fortunas quienes bajo el buen criterio de que “ahorro es inversión, sino se acaba” decidieron reconvertir su anterior experiencia extractiva en una novedosa de transformación industrial primaria. Nacieron entonces los llamados fundos en los que se dio inicio a un proceso de industrialización lento pero seguro a partir de la producción amazónica. La carretera Lima-Pucallpa (parte de Loreto, entonces) inaugurada en 1943 formó parte de esa visión para llegar a otros mercados. Esos fundos fueron abandonados cuando la exoneración tributaria les señaló otro camino a los inversionistas nativos, y como testimonio de ellos quedan algunos pueblos constituidos por familias que trabajaban en esas haciendas como: Orán en el Amazonas, Parinari en el Marañón o Lisboa en el Ucayali.

Nos jodimos, digo, porque nos acostumbramos a la exoneración tributaria sin distingos y sin resultados concretos para el desarrollo regional. Nos olvidamos que las exoneraciones son políticas fiscales de plazos definidos para alcanzar metas de desarrollo palpables y medibles, no son derechos adquiridos, no son eternos, y con ello se vino abajo el proceso de reconversión iniciado por la burguesía cauchera en 1920 y llevado hasta 1963, aproximadamente. Hoy, para nuestro pesar, cincuenta años después, seguimos en el mismo cuento y aquí nada cambia, todo está detenido en lo que se refiere a transformación productiva. No encontramos industrias más que ladrilleras, aguas gaseosas, triplayeras y aserraderos, éstas últimas porque aquí está la materia prima. Las fortunas derivadas de la exoneración tributaria siguen aumentando, pero aquí sólo extraemos, lo exportamos y de afuera nos devuelven la gentileza enviándonos un producto con valor agregado y a un costo que a ellos les generan dólares de ganancia y a nosotros dólares de consumo. Y por lo que noto, nada cambiará en los próximos años si seguimos con el mismo discurso. Es decir, nos seguiremos jodiendo.

Un tercer momento fue cuando recibimos canon petrolero. Después de largas luchas, el pueblo de Loreto consiguió que un porcentaje que generaba la renta de la explotación de este recurso se quedara aquí para encauzar el desarrollo regional. Sin embargo, el centralismo nos quitó el tesoro público durante largos años y nos quedamos sólo con canon. Tuvo que llegar Alan García -reconózcanlo, no sean mezquinos- en su segundo gobierno para iniciar una tangible descentralización de los recursos del tesoro público (se llaman recursos ordinarios en la jerga presupuestaria), tanto así que ahora las inversiones con cargo a estos recursos alcanzan más del 90% del gasto total. El problema del canon petrolero es que nunca tuvo una medida de efectividad del gasto. En 1986 se quiso establecer una y se desató una oposición feroz. En los años 80-90 y hasta el primer lustro de este siglo, ya lo hemos dicho, el canon reemplazó al tesoro público, y en esa línea los recursos se licuaron en obras de cierta trascendencia, pero las más de las veces, en acciones intrascendentes. Actualmente, el licuamiento de estos recursos es más atroz, más descontrolado, más descarado en el gobierno regional y en los gobiernos locales (pueden haber excepciones). Las cifras nos dicen que en el gobierno regional de Loreto, por ejemplo, más del 50% del canon se van en gastos intrascendentes. Si todo sigue igual, las fortunas provenientes del canon petrolero seguirán abultándose y Loreto se seguirá jodiendo.

Y un cuarto momento, -hay más momentos- es cuando aparecieron los movimientos independientes en el escenario político regional, y con ellos, la aparición de pequeños cacicazgos electorales. Es verdad que en este tema no se puede soslayar la responsabilidad de los partidos políticos, pero eso no enerva la consecuencia. Van 25 años que nuestra región y nuestros municipios (con excepciones) son conducidos por gobernantes improvisados, rellenos de revanchismo, bufones de la política, regalones con plata ajena, amasadores de fortunas y los efectos son desastrosamente adversos para Loreto, no necesito detallarlos. Discúlpenme si soy un poco duro, pero pregunto: ¿qué temas podemos discutir seria y responsablemente con ellos?. No lo sé. Todo indica que seguiremos jodiéndonos si no hay un punto de quiebre en nuestra perspectiva del desarrollo. Debemos derribar mitos, demoler la simplonería demagógica que ofrece de todo, despercudirnos de clichés, reedificar nuestra visión regional, sino queremos heredar a nuestros hijos la desesperanza de vivir en un territorio que se sigue jodiendo.

 

1 COMENTARIO

  1. Con tanto que escribe y tanto que habla y tanto de tanto,por que nadie hace caso de alguna propuesta que ha puesto en el tapate? por que no gana algo cuando se presenta en alguna contienda electoral ?? o es que acaso a nadie le interesa lo que dice o escribe… con todo el respeto que se merece

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