Muchos padres subestiman los efectos que el divorcio causa en los hijos. Los niños sí sufren por la separación, y los padres necesitan darse cuenta de eso. Por más necesario que sea, un divorcio es siempre duro para los cónyuges, y los hijos perciben y viven todo.
Los hijos de padres divorciados suelen sufrir depresión, tener problemas en la escuela, y desarrollar menos habilidades sociales en comparación con otros niños. Presentan más problemas de salud, de conducta y emocionales. Se sienten culpables, y se muestran más irritables, desconfiados, incapaces, y malhumorados.
La psicóloga estadounidense Judith Wallerstein en su libro «Law and Divorce» (Ley y divorcio), hace un perfil psicológico de los hijos de divorciados:
– 25% no ha terminado el colegio (contra 10% de los demás hijos)
– 60% ha necesitado tratamiento psicológico (contra el 30%)
– 50% ha tenido problemas de alcohol y drogas antes de los 15 años
– 65% tienen una relación conflictiva con el padre (sólo el 5% ha recibido ayuda económica sustancial por parte del padre).
– Pese a que la mayoría pasa los 30 años de edad, apenas el 30% se ha casado.
– Del total de casados, el 50% ya se ha divorciado.