Hasta que nos convertimos en madres, creemos que tenemos casi todo bajo control y que no hay nada que pueda desbalancearnos. Lo que sí es seguro es que nada vuelve a ser igual y adaptamos conductas propias de la maternidad.
1- Sospechoso desinterés por la moda. Descubres que la ropa no es tan importante, y al conseguir organizar todo un outfit, dura impecable lo mismo que dura una sonrisa.
2- La dieta de la aspiradora. Sentarte a comer es algo que no siempre es posible, tomar un café caliente es cosa de suerte, casi siempre terminas comiendo lo que encuentres por allí, de pasada: tal como una aspiradora.
3- Amnesia selectiva. Una de las conductas más inexplicables que desarrollamos las madres es la capacidad de olvidar a demanda. Olvidamos que no dormimos la noche anterior, que despertamos cuatro veces en la madrugada, lo que es darnos una ducha de más de cinco minutos y también lo que significaba pasar dos horas en el salón de belleza. Sin embargo, no nos importa.
4- Resistencia al sueño. Somos capaces de hacer cosas con pocas horas de sueño, incluso con los ojos cerrados.
5- Sensibilidad extrema a los olores. La maternidad desarrolla el extraño poder de oler a distancias impensadas y tener razón cada vez.
6- Obsesión por la fotografía.
7- Resistencia al dolor. No importa si nos duele la cabeza, la espalda, los pechos o la vida, cada vez que vemos la sonrisa de nuestros hijos y nos preguntan cómo estamos la respuesta es siempre «estoy feliz».