MI OPINIÓN
Rubén D. Meza Santillán
Lo de Chosica y lo de Iquitos, es de cada año y religiosamente en el primer trimestre. Claro que entristece esta situación, porque significa perdida de propiedades, sembríos, animales de crianza, pero por sobre todo, lo lamentable y doloroso son las muertes y personas desaparecidas.
Cuando la naturaleza se ensaña con los pobladores de estas zonas, sabemos que eso se venía venir, justo desde el evento anterior y así sucesivamente por los siglos de los siglos. Hoy seremos por ello, seguramente duros, y pareceremos indolentes con un corazón de piedra. Pero decimos que es mil veces tener un corazón de piedra en estos casos que gente con piedras en la cabeza, que son los verdaderos protagonistas de esta película de terror que se repite cada año, como la de Ben Hur religiosamente cada Semana Santa.
Aquí debemos dejarnos de hipocresías y decir las cosas por su nombre. No podemos seguir asistiendo siempre a este terrible espectáculo, de los derrumbes y huaicos en Chosica y las inundaciones en Iquitos.
Las autoridades, aquellas del pasado, son las grandes culpables, porque permitieron que familias enteras, de uno en uno, se vayan asentando en esos lugares declarados inhabitables por ser zonas inundables. Vale decir, en buen cristiano, nunca deberíamos ver casitas ahí, en aquellos lugares donde por estos meses los moradores salen a reclamar que las autoridades les atiendan.
Y casi, impulsados por un resorte los funcionarios del Gorel y los municipios respectivos, salen en caravana llevando la ayuda. Toneladas de palos, listones, maderas y clavos. Pero también caen en el chantaje del trabajo y la comida. Porque cuando se inundan, les atan las manos y pies y se vuelven indigentes, aquellas personas que son capaces de producir tranquilamente para el sustento de sus familias.
Solo basta con imaginarnos las astronómicas cifras que significan hasta el momento, y que crece con cada castigo de la naturaleza. Cuanto se destina en comprar esos materiales para los puentes y otras cosas para los afectados, por ejemplo. Tan solo échenle pluma a lo que se ha gastado desde los 80. Y verán que no es moco de pavo y que por la irresponsabilidad, demagogia y falta de autoridad nos ha inundado esta situación convirtiéndose en uno de los problemas sociales más grandes de nuestra ciudad.
Hasta el próximo año y les apuesto, que solo tendré que copiar y pegar este escrito. Porque la realidad será la misma. Desgraciadamente.