No sólo lo que decimos o tratamos de inculcar es lo que aprenden nuestros hijos, nuestras acciones, actitudes e incluso aquello que no hacemos también tienen impacto en la formación de su imagen y su valor propio. Es por ello que es necesario estar atentos a esas otras acciones y actitudes que pueden afectar su autoestima.
Es importante impulsar a nuestros hijos a ser mejores cada día, pero a veces en el afán de motivarlos, podemos imponerles metas poco realistas; lo que deriva en frustraciones y los hace demasiado autoexigentes, con la constante sensación de que nada es suficiente.
La forma de decir las cosas es importante: si tu hijo se porta mal debes censurar el comportamiento, no a tu hijo. Recuerda que se trata de hacerle ver que el problema es su conducta, no él. Cuida tus palabras.
Es necesario que tus hijos se sientan valorados y amados; hacerles ver que equivocarse también tiene enseñanzas y no disminuye ni el afecto que sientes por ellos, ni su valor como personas.