Por Filiberto Cueva
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La cocina y yo, no nos llevamos muy bien. Mejor dicho, no nos podemos ni ver. A estas alturas, no sé qué me resultaría más complicado, si aprender a cocinar o aprender a jugar fútbol. Está claro que ambos – tanto la cocina como el fútbol – requieren de técnica, esfuerzo y mucha dedicación. Aspectos que por supuesto no me apetece dedicarles.
Muchas personas, luego de enterarse que soy peruano me preguntan si sé cocinar. A veces, ni me lo preguntan, simplemente lo dan por hecho. No ha faltado uno que otro que me ha dicho ¿Cuándo me invitas a comer comida peruana? Y no es que yo no compartiría mi mesa con todos ellos. Es solo que no sé cocinar, que no me gusta y que tampoco quiero aprender a cocinar.
Hace unos días, Claudia una amiga muy querida de Cartagena de Indias (Colombia) ha cumplido años y aún no le he comprado el regalo. Le pregunto por whatsapp qué le gustaría que le regale y me dice: “prepara comida peruana y con eso será más que suficiente”. Yo intento sonreír ante su pedido, pero en el fondo me digo a mi mismo ¿cocinar?, si por el contrario estoy a punto de contraer matrimonio con el horno microondas.
Tampoco la puedo llevar a comer a un restaurante peruano, pues el restaurante que me han recomendado en Madrid tiene fama de ser caro y cuyos precios están por encima de los 20 euros. A eso debo sumarle que si invito a Claudia, también debo invitar a Oscar, su marido.
Por lo cual, he pensado que el mejor regalo que le puedo hacer es un recetario de comida peruana, que incluya, secretos y recomendaciones al respecto para que Claudia pueda cocinar toda la comida peruana que desee “a su gusto y apetito”. Elena Santos Izquierdo, hija de Teresa Izquierdo comentó hace 02 años que publicaría un libro inédito sobre comida peruana, en el que incluso, revelaría uno que otro secreto culinario que su madre le heredó. Con lo cual, mi trabajo en los siguientes días es encargar a una de mis hermanas me remita tal libro desde el Perú, para que con mi dedicatoria, pueda llegar a las manos de Claudia.
Es sin duda un honor que cada vez sean más las razones y motivos por los que el Perú se va haciendo de un nombre fuera de América Latina. La comida es uno de los tantos botones que nos sirven como muestra, comparativamente otro botón es César Vallejo, que logra dilatar fuertemente las pupilas de mi profesor (de origen francés) cuando recita los versos de este peruano de fina estampa.
No faltarán muchos años para que los siguientes botones estén relacionados con enormes avances en lucha contra la pobreza e inversión en ciencia, tecnología, innovación y conocimiento de cara al bicentenario.