Ceccarelli: recreando el gran cosmos verde

Ayer jueves, en la Galería de Arte de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), se inauguró la nueva exposición individual de  Gino Ceccarelli. Una gran oportunidad para descubrir la nueva producción de uno de los más importantes artistas amazónicos, sino también para descubrir a través de dicha obra todo el mito, la magia y la pasión de la floresta tropical nuestra.

Conocer un poco del arte amazónico significa de todas maneras incluir dentro de él la obra de Ceccarelli. Además, ubicarlo en su exacta dimensión, no solo histórica, sino estética.

En la cosmovisión amazónica, hay líneas que marcan el tiempo y la historia. Hay verdades totalizadoras, también. En ellas, por ejemplo, el Gran Río es fuente de la vida. Desde siempre, todos los seres vivos que se unen para la procreación experimentan el placer. La Tierra Sin Mal está ubicada en el corazón y se refleja en las orillas de los ríos y lagos o en el cuerpo de una mujer. 

Todos, de un modo u otro, somos parte de un mito, le damos forma o lo construimos. Los mitos y los hombres son indesligables. Gino Ceccarelli pertenece a dos mundos, uno impuesto y el otro adoptado: el mundo occidental y el mundo mítico-mágico (a veces onírico) de la Amazonía. En el segundo espacio (ubicado entre el Semi Cielo y el Semi Mundo), los hombres tienen la habilidad de volar.

Es dentro de este vasto y enrevesado cosmos se encuentra la gran inspiración de su obra, que se ha ido manifestando además en periodos bastante cristalinos. Como si fueran espejos donde se reflejan muchas de nuestras más afiebradas pasiones, sueños o pesadillas.

La mirada introspectiva que, en los últimos años, se ha estado volcando de manera entusiasta y sistemática hacia el conocimiento de la floresta tiene anclas muy precisas en la cultura. Uno de sus representantes estratégicos e ineludibles es, sin duda alguna, Ceccarelli, no solo por su labor como pintor, sino también como difusor, gestor, cronista y analista de la realidad natural de nuestros dominios.

Inspirador y pionero de una tendencia que contribuyó a generar mayor interés por lo que se ha dado en llamar en este tiempo como “arte amazónico”, Ceccarelli ha coadyuvado a sintonizar la natural inspiración – propia de un espacio donde hay tantos elementos capaces de inspirar – con un depurado sentido propio de la academia y el estilo, adecuándolas sutil y veladamente con el entorno y con múltiples expresiones cotidianas de la realidad.

Ceccarelli ha retomado mitos fundadores de la creación del mundo y a partir de ellos los ha reinterpretado, con respeto y admiración, pero cargando su admiración con mecanismos que articulan un heterodoxo pero sólido sincretismo  de urbe y bosque, de modernidad y tradición, de magia y racionalismo, cuyos elementos primigenios se nutren, por ejemplo, con historias de yacurunas y runamulas, de cantos rituales y lunas copulantes, de ayahuasca y árboles que tienen alma.  Las historias no tienen fin, no descansan nunca

La obra de Ceccarelli se contacta directamente con una  forma que anhela la explicación de los fenómenos universales  desde un origen anclado en el trópico. En las imágenes que plasma, en su  mundo de mitos, de recopilaciones de leyendas propias del hombre selvático, retrata un cosmos en el que se funden, singularmente, la poesía, el retrato y el deseo, con alegrías luminosas, emotivas y sensuales. 

La modernidad llega a ellas, conectadas con el cosmopolitismo propio de la globalización y los viajes y se descubre, entonces, una nueva constelación, tanto artística como personal. La vocación viajera y casi errante, que ha sido una constante en la vida del pintor, también es caldo de cultivo de la creatividad y el desenfado, cuando no de la lucidez.

Las múltiples imágenes y múltiples emociones que provoca la obra de Ceccarelli son innegables: contemplación, veneración, placer, simbolismo, universalidad y la trascendencia del hombre, como ser cotidiano, antropomorfo, divinizado, pero en el que la principal figura es la mujer, la dadora de vida, el origen mismo de todo lo que existe. La mujer ya existía antes que Dios nazca, es una de las máximas de Ceccarelli, impregnando siempre sus cuadros, aunque sea como detalles mínimos o aparentemente inexistentes.

A través de estampas  que cabalgan sobre una dinámica tan intensa,  Ceccarelli replantea ideas y hechos que se pueden encontrar en las cosmogonías, a las cuales dota de un referente formal y de impronta técnica de complejidad, color y sensualidad. A la par, va nutriendo su discurso social, como fresco, como apólogo, como reflexión y como sentimiento.

Ceccarelli cree en la excitante experiencia de vivir, y pervivir a partir del arte. Nutre una vez más la utopía del río sin límite. La exposición en la UNI permanecerá hasta el 24 de junio. Pero también es una oportunidad para nuevamente retomar la retrospectiva de su obra, que será mostrada a través de la publicación de un catálogo, editado por Mesa Redonda, donde se ve plasmada toda su producción artística, la cual será presentada en Iquitos con ocasión de las fiestas de San Juan.

He aquí motivos suficientes para descubrir – o redescubrir – al artista Ceccarelli.