Por razones del quehacer laboral he estado visitando algunas páginas web para buscar información. Algunas de estas páginas cumplen con ciertos parámetros sobre la transparencia pero otras todavía se advierten serias deficiencias en proporcionarnos información. Es la lucha de todos los días contra esa opacidad. Al margen de este rollo quería fijarme en la información sobre la formación de los que aparecen en estas páginas. Es una información defectuosa o si me demoro un poco, con cierta trampa. Leía que muchos de ellos, ellas también, que ocupan puestos en las esferas de la administración, mencionaban entre sus calificaciones académicas de candidatas a doctorado. Me quedaba helado. Me parece que ese latiguillo de “candidatas a” viene más del mundo anglosajón. Bueno en todo caso, quien lo usa y sus estudios académicos lo han hecho en esos países, me parece hasta cierto punto justificable su uso. Es decir, vale, bien y hasta podemos darle unas palmadas en la espalda. Pero en el mundo académico hispano, que yo recuerde o tenga conocimiento, no hay esa palabra que pueda evidenciar esa suerte de limbo en el que uno está. Es una suerte de tierra de nadie en el sentido que has terminado tus estudios de doctorado pero no eres doctor. No has puesto todavía los codos e investigar algún tema. Algunos pueden estar años y años en esa zona gris, y muy felices, y sin el título. A esa situación en el mundo académico hispano se le llama doctorando o doctoranda. El diccionario de la RAE lo define: “Persona que está próxima a recibir la borla y grado de doctor”. Por eso me extraña araña la autodefinición de candidato o candidata que viene de una tradición y ámbito académico muy diferente ¿Qué esconde esa autodenominación tan rimbombante?, ¿quieren así separarse del vulgar de los comunes?, ¿esconde un serio complejo de inferioridad? En todo caso, hay que enmendar en aras de la transparencia.