Tema: Boras Defienden a Chilenos – Mapochos se van de País.

Manuel

La opinión de los Boras es validad, ellos NO se sienten ofendidos, mas otros se sienten ofendidos por ellos. Los chilenos que vivieron con ellos fueron generosos, además del pago que les hicieron por usar sus tierras, les llevaron abundantes víveres, así lo dicen ellos, cosa que ni el gobierno local ni el central lo hace. Como peruano me siento ofendido por las declaraciones despectivas de algunos chilenos más ningún chileno que estuvo en los Boras los ofendió.

 

Silver Price

Uno de los comuneros, el joven Amadeo Illas, se fue con su esposa a trabajar a una hacienda de coca en plena ceja de selva. Un caporal lo recibió y lo instaló en una casa junto a una chacra. De acuerdo al contrato debía bajar cada tres meses a raumar (deshojar las hojas de coca) en el temple o valle situado al borde del río Calchis. Pasados algunos días fue notificado para empezar la labor y Amadeo marchó al temple. En el camino se encontró con otro peón, llamado Hipólito Campos, de quien se hizo amigo. La primera labor que se le encargó fue podar unos árboles bajo cuya sombra crecían los cocales. Luego empezó con la rauma. El trabajo, al principio, le pareció fácil; pero después le ardieron las manos y le salieron ampollas. Estas empezaron luego a sangrar. Le dijeron que era cuestión de acostumbrarse. Pero de todos modos era una labor muy fatigosa. Otro peligro más grave eran las víboras. A Hipólito le picó una en el pecho y a duras penas se salvó, tras ser cauterizada su herida con hierro candente. Pero quedó muy mal y lo enviaron de vuelta a su casa. Amadeo pensó en el contraste de que una hoja que tanto gozo daba al hombre andino se consiguiera con tanto sufrimiento. En fin, no pudo continuar en la rauma y pasó al lampeo. También esta vez le sangraron las manos. Para colmo contrajo las fiebres palúdicas y durante 30 días estuvo en cama. Su esposa debió ir al pueblo a comprar quinina. En total se endeudaron con 60 soles. No les quedó otra opción que huir lejos. Amadeo consiguió empleo de peón en la hacienda Lamas. Pero los caporales de Calchis lo persiguieron y lo encontraron. El hacendado de Lamas acordó pagar su deuda, pero a cuenta de su trabajo. Amadeo quedó así nuevamente amarrado a la tierra.