La semana pasada unos buenos para nada, o mejor dicho buenos para cumplir encargos de quienes al parecer ahora ostentan el poder momentáneo, lanzaron una bomba molotov a la vivienda del director fundador de este diario y mi amigo Jaime Vásquez. Sin duda algo que llama a la preocupación más que por uno mismo, pues los periodistas estamos expuestos a este tipo de amedrentamientos, por la familia que es la que finalmente padece los riesgos de un oficio que no es para generar amistades sino para la fiscalización, que no es para la risa sino para el cuestionamiento. Lo que creo está claro y no se dan cuenta algunos desadaptados, es que a los que optamos por este hermoso oficio, no como algo momentáneo ni como modo de ganarse alguna propina, sino como oficio de vida hasta que la muerte nos separe, las agresiones físicas o ataques a bienes materiales no hacen más que atizar esa llama de investigadores que se lleva dentro. Un suerte de más me atacas más te investigo o más me pegas más te quiero. En este caso puntual y conociendo a Jaime ya hace más de 24 años, el ataque a su vivienda le preocupa más por los suyos que por él mismo, y sé también que lo curte más como periodista.
Y existen bombas que no se pueden dejar de tomar en cuenta. Y no se trata de esas cobardes molotov o esas de las que a veces nos metemos entre colegas en algún lugar de la ciudad.
Se trata de aquellas “bombas” periodísticas que remecen los cimientos de entidades públicas, privadas, de autoridades elegidas, de jueces, fiscales y de todos cuantos participen en el escenario público y que, claro está, sea de interés de todos.
Lo denunciado ayer en el programa noticioso de Radio La Ribereña – Pro & Contra con Pedro Paredes a la cabeza y en el diario Ahora sobre la llamada narco carta, la que comprometería seriamente al actual gobernador regional Fernando Meléndez, de haber recibido dinero producto del narcotráfico para su campaña, es algo que sin duda debe ser aclarado por la actual autoridad regional, si de transparentar los actos de los políticos se trata y de los recursos que realmente utilizó para llegar al cargo que ahora ostenta.
Y frente a esta denuncia, creo, cualquier periodista con dos dedos de frente y aun recibiendo o no pago de imagen de la actual gestión regional debería abordar, algo que en algunos casos no se dará pues en estos tiempos existen los periodistas a favor y en contra de tal o cual autoridad. Existen los anti y los a favor de Meléndez y de otras autoridades, y en ese punto algunos periodistas terminan enfrentándose los unos a los otros pareciendo hasta payasos.
Así las cosas vivimos tiempos de bombas. Aquellas que pretenden intimidar y aquellas que remecen cimientos. Tiempos en que tenemos la responsabilidad de elegir a nuestros nuevos congresistas y son pocos los candidatos que ven esta campaña de manera seria.
Tiempos en los que no se sabe cuál es el rumbo real de las gestiones municipales. Tiempos en los que ya no sabemos en qué ciudad estamos viviendo. Tiempos en los que a veces parece que estuviéramos en un sueño del que no sabemos cuándo vamos a despertar y si al hacerlo estaremos viviendo en una ciudad y región diferente o en la misma que ahora nos acoge.