Parece una broma de mal gusto o un guión mal hecho por guionistas muy aburridos. Pero la situación política en España causa repelús y gran desafección ciudadana. Los políticos y políticas están muy mal valorados (aunque a los diferentes lugares que he viajado sea África, América o Europa se quejan de la clase política, tienen una vida ajena al de la ciudadanía). La clase política y la clase dirigente están pensando en sus intereses muy personales. El partido conservador (que anida un amplio y variopinto espectro de la derecha) que tiene más representantes en el parlamento en lugar de convencer o persuadir a los otros grupos políticos, en un mal tono de mala leche, exige a los otros que deben votar por él o se abstengan para que pueda formar gobierno, recordemos que estamos en una democracia parlamentaria y el Congreso es quien elige al presidente de Gobierno y este, el candidato a formar gobierno, debe convencer. Este partido además cada día debe asumir casos de corrupción de sus militantes y parece un lío de nunca acabar. Es decir, tiene poca legitimidad para asumir las riendas del poder aunque los grupos de presión y grupos mediáticos opinen lo contrario, señalándolo casi como una bendición para el Reino. Y con el añadido que este partido no parece sonrojarse por nada –sabe que un sector mayoritario del pueblo español los respalda hagan lo que hagan. A este partido, el partido conservador, tiene un socio (un joven partido de derechas con guiños de la vieja política) para formar gobierno que ha resultado su aval hasta en los casos de corrupción – lo perdona casi todo. La cara dura y casi sin rubor que tienen sus representantes ante cada lío de corrupción de su socio mayor, es para decir, tierra trágame, porque tienen que defender lo indefendible, lo curioso es que están aupados cínicamente a su socio. El partido socialista anda con una estrategia rara y errabunda, nadie sabe lo que persigue. Hasta el ala derecha del partido socialista ha salido a decir a través de sus líderes que le dejen gobernar al partido conservador, y de los líos de corrupción, no me acuerdo y lo piden sin ningún rubor. Cada día es decepcionante. Pero tanto la derecha como el partido socialista (que parece que solo conserva el nombre) dicen que tienen alturas de miras y gran responsabilidad de Estado – son palabras que pierden brillo con el uso instrumental de cada día y no deberían pronunciarlo. El partido PODEMOS y su amalgama de partidos de otras autonomías suena muy dispar en el actual contexto. Pareciera que le faltara maduración en muchas de sus propuestas y su actual líder carece de ponderación y habilidad (¿olfato?) política – hace mucha bulla pero no persuade. En su discurso exuda testosterona, han dicho, claramente, adiós a su proclama de la feminización de la política que era muy necesaria. Y en este lío de nunca acabar tenemos a los partidos nacionalistas periféricos (porque también hay nacionalistas centralistas) que están en su propio rollo y muchos de ellos han vivido de las prebendas y en convivencia de los partidos nacionales. Amén de la desconexión (y corrupción) catalana de España que parece una ensalada de caminos pedregosos (con mal olor por la corrupción) y señales cada día más confusas. Pareciera todo esto, prestando el título al finado novelista peruano José Antonio Bravo, un barrio de broncas, muy a la medida de este lado de la península.
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