COLUMNA: PIEDRA DE SOL
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  Por: Gerald RodrÃguez. N
He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la /locura, famélicos, histéricos desnudos,… asà cita el comienzo de uno de los poemas tal vez más recordados, queridos y amado, odiado de nuestros tiempos, por muchas generaciones, por muchos polÃticos, por muchos gobernantes, ya que lo que cita el comienzo nos ayuda a imaginar qué ha querido decir, qué es lo que lo quiere decir y que es lo que querrá decir siempre el poeta estadounidense y beat, Allen Ginberg. Y es que su protestativa, contestarÃa, poesÃa no es una manifestación alocada de un arte desfasado de cordura moralista, sino que el mismo poema es una manifestaciones más alta de la libertad, de la creatividad, que al ser leÃdo no solo deslumbra la conciencia, la reacción, la afrenta, a nuestro sistema de condicionamiento moral, sino que  ello es una pieza de la conciencia artÃstica que busca ocupar un lugar en la conciencia y el espÃritu humano del lector para enfrentar el otro lado del bien, que es el mal, y no dejarnos mentir, engañar, manipular por una mente sabihondamente inmoral, que busca administrar nuestros recursos, que bien es visto, debe ser para todos.
Si queremos dar una función más vital a la importancia de leer poesÃa, fuera de los conceptos académicos, cansados de recitar sus extensas definiciones que no tocan ni un centÃmetro de la verdadera carne de la poesÃa, podemos decir que el arte poético es justamente aquel conjunto de palabras manifestadas desde un alma inquieta, desde una conciencia ardiente y desde una mano insatisfecha de la vida, para decir tal cual es la vida que vive junto a sus generaciones, junto a esos miles y alocados espermatozoides callejeros, voladores, motivados y soñadores que están en la calle, persiguiendo todo aquello que brille, y que muchas veces, para conseguir eso, caen en los lÃmites de la ley, por su ardua búsqueda del brillo eterno que da paz y tranquilidad. La poesÃa más allá de su papel epopéyico, elegiaco, o gravitacionalistico, manifiesta un sentir oculto, y universalmente parecido a todos los sentimientos que por muchos han sido reprimidos. El alma y la conciencia que se encontraban reprimidas, al tener contacto con las ideas libres de un libro, del arte en general, genera un acto de revelación, de imitación de aquella libertad para ponerse en contacto con la conciencia y salir actuar en favor de lo que su moral y sus conciencia demanda.
He ahà la gran importancia de que a nadie, especialmente a nuestros polÃticos, les interesa la cultura, y salen con la excusa de siempre: que la cultura, el arte y la educación no son temas de mucha importancia. Si es que la difusión del arte fuera masiva, hace mucho tiempo se hubiera despertado esa libertad de aquellos jóvenes que creen en la inocencia de los delitos de Fujimori ya que la carencia de conciencia, le lleva a pensar en ello, y ahora supieran reconocer el bien y el mal. Y no estarÃan satisfechos al decir que los errores de los padres no lo pueden asumir los hijos, sin saber que los que han sido parte de esos erros ahora están justamente ahora en el mimo lugar en que estuvieron en el pasado.