Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas
Mientras muchos esperamos algún mensaje o conferencia del Gobernador Regional Elisbán Ochoa Sosa, sobre las acciones ejecutadas en sus primeros 100 días de gestión, que permita saber cómo recibió en situación real, más que la transferencia de finales del año 2018, de la cosa pública. Cuando muchos necesitamos conocer cuál será el norte de su gestión, más allá de su discurso de asunción al cargo. Nos damos con la sorpresa, que, lamentablemente, la autoridad regional ha estado más preocupada en estos días de su gestión en dar a conocer extrañas amenazas de muertes y enfrentarse a los periodistas que él considera o le han hecho creer, que son sus enemigos.
Mientras esperábamos una posición conciliadora de la autoridad, no de borrón y cuenta nueva, sino de sumar, más que restar, para el desarrollo de la región, nos damos con la sorpresa que al profesor Elisbán Ochoa, no le bastó llamar: María Magdalenas a algunos periodistas, a quienes identifica como adeptos a la gestión del exgobernador Fernando Meléndez, mermeleros a otros, sino en ir más allá y terminar por responder a la pregunta del colega David Gonzáles: ¿Si la remodelación del colegio Rosa Agustina Donayre Morey no va en su gestión? Con esta expresión: “Es parte de todo el esquema preparado para seguir jodiendo a la gestión y a eso se prestan ustedes”, señaló.
La frescura de la respuesta expresada de los labios del Gobernador en una actividad pública y a través de una entrevista, nos hizo recordar una faceta que no debería extrañar a quienes tenemos la suerte de revisar los archivos periodísticos de la campaña pasada, en la que se expresó como: “Le dicen la fresita”, al referirse al director fundador del diario Pro & Contra, Jaime Vásquez Valcárcel.
Y no se trata que el profesor Elisbán Ochoa no pueda expresarse como quiera. Está en todo su derecho de hacerlo, en el leguaje que él considere. De lo que se trata y resulta lamentable, es que pareciera que el profesor Ochoa está más preocupado, y es válido, en saber qué dicen los periodistas de su gestión, que preocuparse por nombrar a los funcionarios idóneos en las gerencias, para que ya empiece a gobernar con tranquilidad.
Y no se trata que el Gobernador no pueda decirle la vela verde a los periodistas, claro que está en su derecho, muchos se merecen eso y hasta más, sobre todo a esos carroñeros que generan que a todos nos metan en el mismo costal, pero si lo va hacer que sea elegante o se asesore algo mejor, aunque pareciera que le hace falta asesores en varias especialidades, dudo que en el área de comunicaciones no existan profesionales idóneos, ahí están Carlos Vargas Rengifo, Daniel Arriola, Giancarlo Scavino y otros. Pero lo que resulta extraño es que, o no se atreven a darle alguna sugerencia al Gobernador, o a la autoridad así le recomiendan cómo manejarse con los periodistas, este al final termina diciendo lo que sea y lanza bilis a discreción.
Si el Gobernador cree que los periodistas estamos -no usaré la torpe expresión usada por la autoridad en una entrevista que, más allá de que parecía una charla de dos callejoneros, no supo aprovechar mejor mi colega David Gonzáles- para entorpecer su gestión, se equivoca. Los periodistas estamos para hacerle ver, lo que los de su entorno no se atreven a decirle que está mal. Los periodistas, los que aún tenemos libertades, estamos para fiscalizar a las autoridades. Y eso sí, las autoridades, más allá del cargo que ostentan tienen un nombre, que tampoco puede ser objeto de calificativos y adjetivos por parte de aquellos que fungen de periodistas, aprovechando que alguien les solventa los espacios “periodísticos”. A esos están en todo su derecho de querellarlos o tomar las acciones legales que considere.
Por lo demás, si algo bueno puede empezar hacer, o ya lo está haciendo y no me di cuenta señor Gobernador, es gobernar la región, pues los primeros 100 días, hoy 101 días quedarán en el olvido y ni para querer recordarlo.
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