Arjona y ella

Habana, siempre a las mitades, tan mitad española tan mitad africana. Saben bien las olas que en cada ventana siempre hay un testigo. Habana, juran los que saben que no saben nada pa’ entender lo tuyo… Habana, tan cerca y tan lejos como esos espejos que reflejan nada, unos al bloqueo otro a un trineo que jamás vio nieve. Habana, no ha podido Dios ni los 600 santos entender lo tuyo. Mientras La Florida, que es como esa tía que se fue a otro lado, se sienta a extrañarte en la Hialea de las coincidencias y yo que no toco vela en este entierro muero por la pena, de no hacerle al mago y construir un puente de 90 millas. Para que los primos corran a abrazarse como se merecen y la ideología no se meta más en lo que no le importa, que la historia es larga, y la vida es corta. Hay un cubano en La Habana, vendiendo habanos prohibidos, se le han quedado en la cama, tantos sueños dormidos. Un cubano en La Habana, que es inventor de futuros, bloqueado a la americana al enemigo cianuro, un cubano en La Habana… un cubano en La Habana que no es culpable de na’. Hay un cubano en Miami, rencores por tradición, sándwiches, un bananero, lancha en su malencón, un cubano en Miami, tercera generación, que habla de hacer en consorte con la misma canción, un cubano en Miami, un cubano en Miami, que no es culpable de na’. Que se sequen los pies los que persiguen La Florida, que otros se lavan las manos con jabón de diplomacia. Ni el bloqueo es remedio ni aferrarse es la medida, cuando manda el orgullo siempre reina la desgracia. Puente, habría que hacer un puente, pa’ unir a tanta gente, en medio del conflicto ha vivido y vive gente. Puente, habría que hacer un puente pa’ unir a tanta gente, quizás la diplomacia no ha sabido hacer un puente. El tiempo va gastando el reloj de arena, en tanto esperar vamos a hacer un puente, un puente hermano… allá en final del río se siembra bajo el sol, tabaco contra el frío, cervecita con béisbol. Qué fácil ve el bloqueo, un yanqui en la oficina, domingos al buceo, merienda en la piscina. Cayeron las cortinas, murió la guerra fría, el Kremlin ya está en ruinas, quién quiere más espinas.

Con estas palabras musicalizadas que uno las encuentra, ya sea en youtube o en google, va esta penúltima entrega copiadas de Ricardo Arjona, quien con su estilo sencillo y jalando la rima donde no existe ha rendido homenaje a La Habana, a los ciudadanos de la isla, que es al final lo que nos debe importar a todos. La gente de La Habana es maravillosa. Más allá de sistemas, más distantes que los líos de gringos y más alejados de los CUC o los pesos están los pobladores. Los que sufren y son felices, los que padecen y crecen. Por eso es grande Cuba. Por su gente que es también la nuestra.