Las elecciones europeas han sembrado nervios en los bandos de los partidos tradicionales. El pánico va ganando terreno. Se muerden los dientes y no tienen respuestas al tsunami de la indignación y hartazgo de la ciudadanía que encarna ese voto de las últimas elecciones contra la casta/ la clase política que actualmente ejerce el poder. Como señalan los locutores deportivos (sin saber el porqué de la frase posmoderna), no están leyendo bien el partido. Se han quedado en sus poltronas y no quieren moverse. Hace poco, como no, el diario El País publicó una noticia con alta dosis de toxicidad y una media verdad que en el fondo es una mentira. Este diario ha perdido, desde hace un tiempo atrás, la brújula. Anda desnortado y dando tumbos. Decía que la organización política de izquierdas que ha remecido a los políticos tradicionales se financió con el dinero venezolano que provenía y surtía un centro de estudios afín al movimiento político. Es conocido la ojeriza de este diario contra el actual régimen político en Venezuela pero de ahí a mentir hay un largo trecho. Y a este diario no le importó no decir la verdad. Más cuando se sabe que el Estado español, sea del partido que sea, tienen negocios con el país caribeño. Y muchos de los centros de investigación de derechas o de centro derechas como el Partido Socialista son financiados también por fundaciones extranjeras y se quedan callados. A pesar de estos avisos para navegantes de los votos desencantados los partidos siguen comportándose como si nada hubiera pasado. Están como la orquesta de música que entonaba melodías mientras el Titanic se hundía. Estos políticos y políticas de la casta se comportan igual. Se hunden y ellos siguen opacos, sin cambiar a este Estado de gran herencia franquista. Están escribiendo su sentencia de muerte. O cambian o el nuevo orden político los emasculará.