AGUA DE NADIE
En el agua potable puede estar una explicación más real de lo que es verdaderamente el mundo de hoy, fuera de las ilusiones del progreso de algunos países, fuera de la retaguardia que parece la ubicación natural de otras naciones. Es decir, ese recurso que debería ser universal, garantizado como uno de los derechos más elementales de los humanos, es una de las grandes falencias donde casi todos los países se nivelan en una especie de subdesarrollo universal: el atraso del líquido elemento.
En cifras redondas, unas 1,100 millones de personas carecen de agua potable en esta tierra cuadrada y rodeada de incontables aguas, de ríos, de quebradas, de pozas, de piscinas, de piscigranjas. Eso no es gran cosa si sabemos que 2,200 millones de habitantes de los países pobres, en su mayoría niños, mueren cada año debido a males ocasionados por la falta de agua potable. Eso es grave, pero no menos grave es que algo así como la mitad de habitantes de los países en desarrollo sufren enfermedades producidas por el consumo de agua mala o de alimentos contaminados. No hay a la vista una solución para el impresionante problema del agua. Tan es así que se supone que hacia el 2025 algo así como el 40% de la población mundial vivirá en regiones donde escaseará el líquido elemento.
El agua que parecía un bien para todos viene demostrando que es escasa o nula cuando se piensa en grande, en toda la pobre humanidad. Los gobiernos ni eso: repartir el agua que es un don de la naturaleza y no un producto elaborado en alguna fábrica, han podido hacer bien. El agua ya es de nadie. No es un don común. Es hasta un negocio que da ganancias a algunos mientras condena a la sequía a una gran mayoría de personas.