Agasajo al único ser
En el vasto, nutrido, abundoso, calendario de festejos varios, feriados largos y de simples vacilones, no falta el día o el mes de homenaje a la mujer. Este mes de marzo se ocupa de ese ser que debería gozar del agasajo todos los días de todos los años y de todas las eternidades. Nos sumamos a esa celebración con fervor, pero no nos conformamos con la programación anunciada por las respetables entidades que luchan por los derechos de la mujer. Consideramos que en nuestra zona, la principal reivindicación femenina, es un estudio histórico sobre el rol de ese ser en la floresta.
En otras partes ya escribimos sobre ello. En esta ocasión queremos recomendar un texto de veras fundamental. Se trata de un libro que viene pasando desapercibido. Es la obra de la antropóloga Beatriz Fabián Arias; “La participación pública de la mujer asháninca en la cuenca del río Tambo entre 1990 y 2002”. El titulo es engañoso pues en realidad se trata de un estudio histórico de esa nación, con particular énfasis en el rol de la mujer en su lucha por afirmar su personalidad para contribuir al progreso del linaje. La autora sale retratando a un ser lejos de esa burda imagen ardorosa que de vez en cuando estalla en tantas partes.
La mujer selvática siempre ha sido otra cosa, como que es un único ser que se funda en la maternidad de tantas cosas. Y hay textos donde, con ejemplos contundentes, se puede delinear una continuidad histórica lejos ya de esa imagen de mujer de su casa, mujer de su hombre, esclava de sus hijos o hijas. Nos parece bien celebrar, con bombos y platillos, ese homenaje a la mujer, las mujeres. Pero también hay que trabajar para contribuir a fundar la otra imagen, la imagen verdadera, de la mujer de estos predios. Para que no nos cuenten cuentos burdos, para que nadie alegremente denigre a ese ser entrañable.