Desde la decisión del gobierno central siempre habrá algunas alternativas para poder salir de este entrampamiento en torno a la propuesta de adelanto de elecciones. Y esta posibilidad ha quedado abierta luego que Martín Vizcarra se reuniera esta semana con los voceros de las bancadas que apoyan este proyecto.
El gobierno tiene en manos el aparato estatal desde los Ministerios y claro, algunas posiciones a favor en las Fuerzas Armadas que a pesar que no son dirimentes ni nada por el estilo en esta coyuntura, conocer que simpatizan con la idea es importante para la tranquilidad de lo que podría significar una especie de transición moderada.
Y la idea saltó en las últimas horas: convocar una Asamblea Constituyente sería el “As” bajo la mano que podría plantear el mandatario a fines de este mes, cuando termine de comprobar que el Congreso Fujimorista la va hacer aún más larga sino, arrojar al tacho su propuesta de adelanto electoral. El desgaste al que está siendo sometido en cualquier momento le hará perder más piso del que pueda necesitar para esta medida y a partir de ahí su suerte hacia el infierno legal o anonimato popular, estaría echada.
Una vez que evalúen el riesgo y temor que podría representar para los grupos económicos que están detrás de estas bancadas, tal vez podrían encontrar la fuerza que requiere aceptar renegando el adelanto de elecciones. Porque la Asamblea Constituyente que incluiría la participación de varios sectores será aprovechado para que la izquierda plantee su objetivo mayor que es el cambio de constitución.
Cambiar la obra mayor del fujimorismo tal vez haga despertar del marasmo y terquedad en el que se han encasillado los seguidores de Keiko Fujimori y reculen, porque evaluando en términos concretos y económicos, se les ha permitido ese crecimiento exponencial de ellos y sus allegados precisamente basados en los principios de este documento que funda y rige el modelo económico desde 1993.
La pregunta es si Martín Vizcarra, que es obra e hijo de la periferia provinciana de este modelo económico, tiene la talla para determinar esta decisión. Porque además, si valoran en su extensión esta convocatoria de Asamblea Constituyente, puede expectorar a la clase política y no necesariamente a la Constitución en su totalidad, seguramente sí en términos de maquillaje con cambios como una nueva ley de extracción en general que contente a la izquierda y regiones.
Pero ese es un debate que debe partir desde el convencimiento que no se podría avanzar si este grupo de congresistas sigue enquistado, terca y obsecuente a no leer o tener sensibilidad de la realidad del país y sólo atinar a calificar responsabilidad de otros grupos económicos o inventar fantasmas para poder sostenerse en el poder.
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