Por: Gerald Rodríguez. N
¿Qué entendemos realmente por educación?, ¿será escuela sinónimo de educación?, ¿qué es una educación de calidad, lograr que la mayoría de niños alcances estándares de calidad con conocimientos que no podrán utilizar para transformar sus realidad o lograr una buena calidad de vida como personas y seres humanos? En Atenas, en la antigua Grecia, no hubo escuela pública y obligatoria, las primeras academias de Platón eran espacios de reflexión, conversación y experimentación libre; la instrucción o educación obligatoria era cosas de esclavos. La educación en Esparta era más parecido a una instrucción militar y el Estado se desasía de quienes no lograban los niveles esperados, había clases obligatorias, fuertes castigos, y moderamiento de la conducta a través del dolor y el sufrimiento. La escuela luego estuvo en manos de la iglesia católica casi en gran parte del mundo occidental cristiano, donde recién en el siglo XVIII, se conoce como la época del “Despotismo Frustrado” en donde se creó el concepto de educación pública, gratuita y obligatoria. La escuela como la conocemos hoy en día, nació a fines del siglo XVIII, en Prusia, con el fin de evitar las revoluciones que existía en Francia, para mantener el régimen absolutista, la educación prusiana se basaba en una fuerte división de clases y castas, su estructura educativa fomentaba disciplina, la obediencia y el régimen autoritario, buscando así un pueblo dócil, obediente y preparado para las guerras. Siendo Prusia el gran ejemplo educativo, países de todo el mundo viajaban a Prusia para capacitarse, expandiéndose así el modelo a nivel internacional, siendo el discurso del acceso a la escuela como una educación para todos, buscando siempre perpetuar los modelos elitistas y la división de clases.
Entonces la escuela nace en un mundo positivista, regido por la revolución industrial, buscando obtener los mejores logros observables, con la menor esfuerzo e inversión posible, convirtiéndose así la escuela como el lugar ideal para la necesidad de los trabajadores, siendo los mismos empresarios industriales, como Henry Ford, Jhon Rockefeller, o J. P Morgan que a finales del siglo XIX, los que financiaban las escuelas públicas y obligatoria a través de sus fundaciones. Entonces la escuela se vuelve un instrumento para que la cultura siga siempre igual, se repita siempre los mismo, una herramienta para crear obreros inteligentes. La escuela se complementó con estudios respecto al control de la conducta, posteriormente al modelo prusiano. La formación de un niño es parecido a la manufactura de un producto, que se necesita de ciertos pasos determinados y órdenes específicos para obtener un producto deseable, separando, como a los productos, a los niños, por generaciones y en grados. Siendo así la escuela concebida y pensada como una fábrica de ciudadanos obedientes, disciplinadas, eficaces y consumistas; una educación que termina deshumanizando la sociedad, promoviendo la desigualdad y la discriminación, porque no todos llegarán a la universidad, fomentando así la perpetuación del elitismo y de las clases dominantes en la sociedad.