Presentación de obra en la 33 Feria del Libro Ricardo Palma
“A Diez Días del Paraíso»
Por Héctor Tintaya Feria.
La contribución histórica-literaria de Alfonso Graña en acercar – a su modo- dos mundos hasta hoy divorciados que el escritor español Javier Juárez nos describe con originalidad.
La historia de Alfonso Graña, es tal vez la historia escondida de cientos de migrantes que durante décadas se han establecido en la Amazonía peruana. A diferencia que su espíritu épico y aventurero por naturaleza le ha dado una connotación histórica a este personaje que se adentró por «el monte» loretano a inicios de la década 20 del siglo pasado. Cuando terminemos de leer el libro «A Diez Días del Paraíso” seguramente surgirá nuevamente la pregunta que nos remonta al inicio de la colonización española para unos, ocupación para otros e invasión para algunos.
¿Cuál es el origen de esa valentía occidental, particularmente español y específicamente gallega para adentrarse en lo inhóspito y desconocido de otro mundo? La respuesta es diversa y atraviesa no sólo campos de la biología y podría llegar a la desesperación económica. Otro español, también pobre e ignorante en 1532 derrotaba a Atahualpa en 1532 en Cajamarca. Casi 400 años más tarde, otro ibérico del mismo anonimato, extracto social y cultura que Pizarro, Alfonso Graña, se internaba en el Pongo de Manseriche, aguas arriba del Amazonas, Marañón y Santiago para convivir con los Jíbaros, no para conquistarlos a punta de arcabuces, esta vez para dárselos y aprender de ellos en lo que se podría llamar una conquista mutua.
La sagacidad e incomprensión (porque en todo valor literario siempre habrá algo que no se llega entender necesariamente) de ese personaje y su entraña personalidad incierta es por donde parte el escritor y periodista español Javier Juárez para ubicar en el ámbito preciso la tremenda e increíble historia de Alfonso Graña.
Sin descuidar y testimoniar el rumor (tan selvático) que aligeró en las referencias amazónicas la magnitud de este personaje, hasta llegar a los datos precisos y epistolares y hasta un viaje personal hasta las rutas de su mismo personaje, el autor va alimentando la historia biográfica – literaria de este gallego que, además, presenta componentes sencillos pero efectivos de la descripción y la crónica literaria confundida con un intercambio de la construcción del texto de 230 páginas que finaliza con unas fotografías en esta primera edición de Editorial del libro que publica Tierra Nueva de Iquitos.
Alfonso Graña es una historia elegíaca – bucólica que, independientemente de la denominación que alcanzó como la de ser considerado Alfonso I, Rey de los Jíbaros o del descubridor de un mundo alejado, extraño y salvaje para el occidental, es causal de una hazaña que la literatura convierte a “A Diez Días del Paraíso” en una pieza inconfundible y obligatoria para la construcción del conocimiento y la narración amazónica actual.
Su autor, con el entusiasmo y dedicación de un periodista, pero sobre todo por haber descubierto irremediablemente una historia trascendental, expone una realidad que hasta el día de hoy sigue vigente en varios aspectos de la realidad amazónica: la injusticia y la exclusión, el olvido de toda una sociedad y sus variantes para sus iguales de una misma nación. Es cierto que parte desde el interés de Graña por las voces agoreras de un mundo mejor de dinero y placer tras la explotación del caucho que llegan hasta su Galicia natal, pero ya en el transcurrir de la historia se intercambian relatos que comparan realidades tan lejanas pero muy presentes en la sociedad amazónica actual, sin embargo no deja de presentar el rasgo inconfundible que suele aplacar ahora mismo una visión trágica del oriente peruano.
La selva es descrita en “A Diez Días del Paraíso” como una ebullición de colores, sabores y grupos que traviesa varios ámbitos de la realidad selvática, que, aunque vigentes, se agazapan en esa síntesis de felicidad y naturalidad que envuelve al poblador amazónico de manera indescifrable y que también intenta transmitir el libro.
Sin querer o tal vez queriendo Alfonso Graña se envuelve literalmente de esa convivencia más con aire aventurero y sobrevivencia que termina liderando a uno de los grupos más recónditos e inhóspitos de la espesa selva peruana y a manera del flautista de Hamlet, pero con horizontalidad que supone una compenetración amical de nacimiento y arraigo amazónico, arrea sus modos y costumbres de los indomables wambisas, sin pensar que ha sido él personalmente el trastocado para siempre, tal vez como todo lo que alguna vez contacta la selva: si no lo transforma, lo degüella, lo supera, pero jamás lo olvida.
Javier Juárez, seguramente por ser español, pero más por un cazador por vocación de historias desconocidas o conocidas pero abordados desde ángulos aún no descritos también se siente enamorado del personaje y por eso impregna una vena reivindicativa con Alfonso Graña, porque reconocer, sin decirlo, que la historia o la literatura tanto en el Pacífico y el Atlántico no ha sido justa con el gallego aventurero, como no ha sido justa con todos los que han contribuido de manera particular y solitaria a construir a su modo una sociedad más equitativa en la Amazonía y que en Alfonso Graña a través de Javier Suárez tienen un ejemplo.
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