La carne es débil

Primero nos hacíamos los desinteresados. Aún no estábamos ni una hora en La Habana y ya nos ofrecían unas mulatas. “Aquí en Cuba las putas son profesionales”, nos dijo el interlocutor. Y nos sorprendimos. Pero eso de profesionales era una referencia a que siendo médicos, abogadas, periodistas, enfermeras u otro oficio las cubanas se iban por la tangente por aquello de “la situación económica, ¿usted entiende?”. En nuestro primer recorrido nocturno –como ya lo contamos- un par de muchachas –que el cholo Tintaya llama obreras del amor- se acercaron con fines putañeros y patearon quiruma. Esa noche el poeta Vílchez –más poético que nunca- me explicó que no concebía el acto sexual sin una pizca de cariño, aunque sea un poquito. Y aquello de pagar por las eyaculaciones, sean precoces o de las otras- no estaba en su agenda. Y como notaría mi rostro de incredulidad arremetió: hasta mi gallo que tengo en la huerta en Iquitos luego de destrozar a la gallina comienza a enamorarla con ternura. Entendido, entendido, poeta.

Si contamos las ocasiones que nos propusieron –directa o con insinuaciones- ir a la cama en La Habana nos faltan los dedos de la mano. Ya sea en el restaurante donde disfrutamos de la interpretación de Yolanda, ya sea camino al teatro, ya sea por la avenida de los presidentes, ya sea a través de los taxistas que tienen un catálogo mejor dotado que los propios –los aseguro- cafichos de Iquitos. En todas partes y para todos los gustos. Hasta una negra deslumbrante que mientras su pareja eventual mexicana iba al baño para relajarse nos enviaba guiños malditos en el restaurante de La Habana vieja. Es decir, el pecado al paso. Para los pecadores y los que no quieren nada con el asunto.

Hasta que uno dice: la carne es débil y Dios perdona el pecado pero nunca el escándalo. Evitado el escándalo a ver si nos comemos un pecadillo por allí. Viernes en la noche, La Habana vieja, un ambiente para jóvenes. Nos instalamos en la zona más turística. Donde la oferta de las obreras del amor es abundante y no hay pesca que se postergue. Llamamos a una mulata que solo porque las comparaciones siempre serán odiosas no llegamos a la analogía con las nuestras. Sin mucho esfuerzo, pactamos los CUC que entregaremos y la hora y lugar que nos encontraremos. Una para cada uno, poeta. A un lado la poesía y no podemos retirarnos de Cuba invictos. Ya todo está arreglado. Al día siguiente, sábado, se producirá el encuentro. Son las once de la noche y las dos mulatas nos despiden con un “nos vemos mañana” y nos hacen el gesto para que las llamemos a la hora convenida. Perfecto. Solo queda esperar unas horas. Pero no reparamos en un detalle: a la hora que debíamos llamar a las mulatas el avión que nos regresa a Lima estará aterrizando en el “Jorge Chávez”. Con lo que habremos evitado el pecado, el escándalo y que el poeta renuncie a sus principios que también son los míos, a veces.

 

3 COMENTARIOS

  1. Cuba adquirio su apogeo bajo el auspicio yanki.Las mulatas y no tan mulatas se entregaban solo por tener hijo medio blanquito.De ahi tanto hijo ilegitimo por lo que Cuba es tambien famoso.Cuba era el prostibulo de los gringos yankis.

  2. Por que no haces comentarios sobre la educacion, medicina por lo que CUBA es potencia y su culturahablas de putas cuando en Iquitos sobra sanudos tito

  3. Ajajajajajaja interesante el articulo pero vas a ir a Cuba y con esas mulatas te vas a dar el lujo de decir que no paso naaaa??? como dirian tus paisanossss: Engaña ahiiiiiii!!!!
    jajajajajajajaja

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