SUICIDIO DE UN CANDIDATO

En momentos en que el Curroñao o banquete de la carne de gato, techero o no, con botas o descalzos, hace agua debido a una denuncia del Colegio de Abogados de Lima, en Mazán aparece un candidato suicida. El señor Segundo Villacorta aspira a ocupar la mamadera del sillón consistorial. Sus partidarios dicen, como no podía ser de otra manera, que es el favorito, que ganará las elecciones, que se ceñirá  la banda consistorial.  Nosotros, más imparciales, nada ambiciosos de un cargo o un puesto o un negocio con el supuesto futuro alcalde, creemos más bien que el aludido corre serio peligro.

Porque si los comedores de mininos  ganan el juicio a los abogados limeñenses, estos se zamparan de un mordisco al famoso “gato negro”, apodo zoológico del señor Villacorta, seudónimo animalesco que lo denigra en realidad. No sabemos si alguna vez en su vida el citado maulló, arañó o persiguió ratas hogareñas,  pero alegremente se alucina que es un oscuro felino.

Las elecciones no son contiendas de circo, competencias en criaderos, lides en galpones o chiqueros o establos,  para que aparezcan seres con nombres de animales. Pero desde hace tiempo los pobres electores tenemos que soportar apodos de la fauna silvestre. ¿Qué extraña tendencia a los ladridos, maullidos, rebuznos, graznidos u otras manifestaciones  naturales de los  animales, convierten a los políticos en aliados de esos seres inferiores?  En aras de mejorar la decaída imagen de los políticos, recomendamos al gatesco señor Villacorta que, de inmediato, se cambie de apodo. Si no nos hace caso, posiblemente, acabará asado, frito, arrebozado, y devorado por los impecables devoradores de los domésticos gatos.