Tóxicos emocionales
El expresidente García Pérez en una alianza, muy retorcida, con los medios de comunicación como El Comercio y sus sucursales nos informan cada día de sus acciones e intervenciones, es el candidato de este grupo económico al que es tan afín. Inclusive reseñan lo que dice o silencia en Twitter, da un poco de vergüenza ajena ¿es el candidato de la derecha [es un falso centro] o es que el APRA ha perdido el norte? Lo que sí resulta una noticia de empalagoso cinismo es su sentida y sufrida reflexión sobre la minería ilegal y sus impactos medioambientales en la Amazonía ¿? Y lo dice con cara de persona preocupada, sus dotes teatrales afloran en circunstancias como esta. Cabe preguntarse ¿desde cuándo este candidato presidencial pone atención a la Amazonía?, sus gobiernos han hecho sufrir a la floresta más de la cuenta, ¿no es acaso una hipocresía mentar el caso de la minería ilegal que es una actividad que lleva muchos años inclusive en su gobierno? Es, como no, oportunismo político. Como elector o electora ante unas próximas elecciones tendría mucho cuidado con este vendedor de cebo de culebra quien es capaz de vender refrigeradoras a los esquimales [mejor, así ya tiene chamba y no postulará otra vez a la presidencia de la República]. Es asombroso su capacidad de mimetismo es como el de las ranas o las serpientes. Se transforma para devorar a sus víctimas. Una persona pública como él con tanto pasivo en corrupción y con serio déficit en la defensa de los derechos humanos como se le puede pasar por la cabeza postular por tercera vez a la jefatura de la República ¿es vanidad suprema?, ¿egolatría sin límites?, ¿el APRA no apuesta por la renovación de sus líderes y tenemos que soportar a este latoso candidato?, ¿es la orfandad de líderes políticos en un país como Perú? Debería haber un movimiento cívico que fustigue a líderes políticos como este señor y hacerles desistir en sus propósitos [en este mismo canasto estaría Alejandro Toledo, Lourdes Flores entre otros]. Por favor, quédense en sus casas porque en la vida pública son muy tóxicos, claro, emocionalmente hablando.
