EL ESPEJO ANDINO

El exagerado consumo de 6 millones 600 litros de espumeante cerveza cada mes, cada treinta días con sus noches y sus madrugadas, en cualquier parte del mundo ya sea con clima ardoroso, de candela, templado como cuerda, helado como nevera, podría alterar hasta a gargantas  acorazadas o blindadas. Pero en Puno, una de las regiones más pobres del Perú mundialista pero en un certamen pelotero en la luna, no pasa nada. La chupandanga corre de largo por allanga como si se tratara de campeonatos de seco y mojado o volteado, de empinamientos de codos, de conspiraciones contra la cordura. Pero se trata de simples festejos, de onomásticos, de bodas, de brindis al por mayor.

Pero tanta mamadera de cebada, tanto salud y te estimo, desborda esas referencias culturales para anclar en una especie de ostentación social, de vanidoso ejercicio del vaso seco y la botella vacía. El peruano, en la mayoría de los casos, chupa con trampa pues aparte de buscar la diversión, el achispamiento, la euforia, quiere mostrarse ante los demás como un lucimiento personal. Las huachafas canciones sobre el cervecero, el licor amargo, son más que referencias etílicas. Son efusiones del beber como evidencias de un supuesto prestigio. Y en Puno, el exagerado consumo cervecero es la contrapartida de la pobreza. Es la negación del real estado de cosas. No es una degeneración como ocurrió con una aldea serrana, atacada por militares y senderistas que acabó embruteciéndose con el licor. Pero es un problema que no nos es ajeno.

En cifras redondas, Puno consume 900 mil cajas de cerveza al mes, en treinta días. Y nos derrota a los locuaces loretanos, sobre todo cuando quieren mentir, por varios pescuezos de ventaja. Pero no por eso estamos mejor que esa región. Porque el consumo de licor es tan pernicioso como allá. Los accidentes de tránsito ocasionados por conductores con tufos insoportables, mamados, chupados, degenerados por la borrachera, ocupa uno de los primeros lugares a nivel nacional. Es decir, eso es como si por acanga se bebiera esas 900 mil botellas al mes, esos 6 millones 600 litros de espumeante cerveza.