Mentecatos
¿Cómo es posible que ante la presencia de un político o política en la tele sintamos náuseas, repulsión? Tenemos ganas de levantarnos y con el mando a distancia apagar la caja boba. Es un claro indicador que algo no está funcionando entre los que ejercen el poder y, nosotros, el que lo delegamos. No hay conexión. La capacidad de empatía se ha venido a menos. Más cuando los políticos caminan en la ambigüedad de sus respuestas, jugando al claro oscuro [y él o ella con el rostro envanecido se sienten que están regateando con la virtuosidad de Messi o Neymar, que ilusos; son torpes y patosos]. Aquí en España los grandes partidos políticos han devaluado la democracia como tal. Cuando miras a uno estás viendo al otro con sus amaños en la oscuridad. Es la otra mitad que se busca. No son nada transparentes ni cuando son gobierno ni cuando son oposición. Mentecatos. El verano ha otorgado una tregua parcial al actual partido de gobierno pero los casos de corrupción eran la música de fondo. Una anécdota estival, el presidente de gobierno convocó a los periodistas, todos pensaban que daría una conferencia de prensa, no, no, equivocados. Los llamaron para que le sacaran la foto, el caminando con sus paniaguados bajo la sombra de unos árboles. No hubo conferencia de prensa, sólo que le sacaran la foto ¿Querían decir con esas imágenes que estaban trabajando? ¿Qué ellos conocían el rumbo y el camino? Fue decepcionante. Un presidente de gobierno [como muchos de izquierdas y de derechas] que ha deteriorado la palabra y cuya credibilidad cada día se desploma, y lo que parezca más increíble, que todavía siga gobernando con lo que está cayendo. En ese sentido, Spain is different. Es un pueblo que se traga carros y carretas y te sonríe amablemente con doblez, eso ha aprendido del franquismo, a sobrevivir y con el temor al caos. Pero describir la conducta penosa de la clase política española no difiere mucho de la clase política peruana o de cualquier país del mundo. Gana la desafección ciudadana.