LA FALACIA DE RUSIA
El imperecedero espíritu de la perulería, anda ahora por los suelos. Este martes sería una nueva ocasión para el impulso ganador, la ilusión vencedora, ante el rudimentario equipo venezolano, pero nones. El faulero, codeador y eficaz equipo uruguayo nos sacó de otro mundial pelotero. Nos ganó en la misma Lima del puente y la alameda, ante el sufrido hinchaje que creía a ojos cerrados en su escuadra incaica, ante la prensa local que tiene la fea costumbre de endiosar a esos peloteros de tres por cuatro que no le han ganado a nadie. Pero una vez concluido el sueño de ir a la cita del balón en el conflictivo Brasil, se armó la nueva salsa o rumba o samba de la ilusión.
La palabra Rusia apareció como jugando en el nuevo diseño de vivir en la mentira, de nadar en la patraña de un supuesto buen fútbol peruano. En vez de admitir la crisis en la pelotería, de detener ese mediocre campeonato profesional de la de cuero, de tomar medidas drásticas y severas para revolucionar esa disciplina populosa, volvemos a lo de siempre, a inventar posibles revanchas o glorias para mañana. Y Rusia es la palabra perfecta que aparece para consolar al herido orgullo nacional, al dolor de ser perdedores sucesivos, porque allí se hará otro mundial de la pelota. Dentro de muchos años.
Hoy es lunes en el triste y decepcionado reloj nacional y se acabó la esperanza en el mago y sus mini ciclos o ciclos y los que juegan en el extranjero. Mañana martes hubiéramos definido nuestra participación en el mundial carioca, pero será un día cualquiera en el calendario de nuestras vidas. No más esas ilusiones y la especulación de las cifras ante la cruda verdad. En los días que siguen seguiremos pensando en Rusia como una revancha, una alegría que no tuvimos, una reivindicación que creemos merecer porque hemos sufrido tanto. Pero esa palabra puede ser otra frustración, mientras en otros aspectos del vivir nacional seguiremos saltando hacia adelante, escapándonos de la realidad, nivelándonos el próximo mes, el año entrante.