LA LIBERACIÓN FLUVIAL
El desfile de locos de Larco Herrera es, posiblemente, lo más grotesco que se hace en las parrandas patrias peruanas. Orates vestidos de virreyes, de mandatarios, de próceres salen a las calles y todo parece una burla a la cordura, desdeñando los Derechos Humanos de los enfermos mentales. En nuestro medio montañero esa celebración importante no es mejor. No salen los locos del Cremi vestidos de militares, ni desfilan los borrachines con sus vasos y botellas, ni salen los chinos de la alcantarilla, pero se gasta en banalidades como adornos de la blanca y roja, brindis por una región mejor.
Pero esta región de los verdores y las verduras sería mejor si se celebraría la emancipación regional del poder castellano, en vez de empinar el codo y la rodilla por lo que ocurrió en la Lima de los virreyes y los cuatreros. No hay que olvidar que cuando San Martín dice su célebre discurso medio país andaba en manos de los chapetones. No hay que olvidar que esa gesta estalló en el bosque debido a la escandalosa corrupción del más alto representante militar. El señor Pascasio Noriega fue estafado por el coronel Juan Manuel Oyarte o Comandante de la Compañía Veterana de Maynas y ahí comenzó la cumbiamba liberadora en la espesura.
No hay que olvidar, entre otros hechos importantes, que en la fidelísima Moyobamba el Cabildo en funciones firmó al Acta de la Emancipación el 16 de agosto de 1821. Luego vino la retoma de esa ciudad por parte del enconado sargento Santiago Cárdenas, pero eso es otra historia. Lo que importa es que no hay que olvidar, además, que en la ciudad de Pevas el 17 de agosto de ese mismo año los funcionarios españoles que se iban para siempre firmaron el acta de la derrota. ¿No hubiese sido mejor, por ejemplo, en este festejo patrio publicar el libro de don Jenaro Herrera o el de don José Barletti Pascuale que se refieren a ese suceso liberador en los bosques nuestros para siempre?