Arnaldo en la proa

Un conjunto de sus mejores amigos agrupados en el Grupo Cultural “Javier Heraud”, organizaron hace unos días un homenaje a Arnaldo Panaifo Teixeira, en mi valoración uno de los mejores narradores que ha dado hasta hoy la amazonía peruana. Atrajo mi atención, una inscripción en la gigantografía revestida por el retrato del fallecido escritor loretano y colocada en la pared principal del auditorio de la Dirección Regional de Cultura de Loreto que dice: “las aguas turbias del olvido no acallarán tu voz con el silencio”, que a modo de verso matriz exclama una ovación por la vida, la síntesis de una biografía dicha en una oración, la lucha por la trascendencia que levanta su puño contra la ingratitud, la terquedad del intelecto que repudia la tiniebla prieta y pringosa de esa inopia colectiva que no sabe querer lo suyo.

Conocí a Arnaldo, primero como persona, y después como autor literario. Cuando se me encargó la administración ad honorem de la Empresa de Radio y Televisión Peruana (RTP) en Iquitos, en 1985, recuerdo que yo tenía 24 años, y lo primero que tuve que solucionar fueron los varios meses impagos que tenían los trabajadores de la estación regional, además de recuperar la infraestructura de Radio Nacional y de Canal 7 de TV, la titularidad del usufructo de la señal vía satélite que pagaba la CORDELORETO, la reparación y renovación de transmisores y equipos, y la reiniciación y repotenciación de las transmisiones de radio y televisión. Debo reconocer que mi misión se vio facilitada porque tuve el respaldo de la CORDELORETO que presidía don Alfredo Guiulfo Suárez y de la Municipalidad Provincial de Maynas que tenía de alcalde a don Máximo Meléndez Cárdenas, dos grandes señores de honor y de palabra. Uno de los trabajadores de RTP era precisamente Arnaldo Panaifo Teixeira, dueño de una voz atildada y señorial inconfundible en los locutores de las radios oficiales en el mundo.

Posteriormente fui leyendo las obras de Arnaldo. Cuando leí “El Ocaso de Ulderico, el Multiforme”, me sorprendió la similitud en la descripción de uno de los personajes de la obra con un compañero aprista que trabajaba de enfermero en la morgue del Hospital de Apoyo Iquitos. Un día le pregunté si había una referencia personal existente del personaje, y me dijo que sí: “Para ese personaje me he inspirado en tu compañero Mestanza que anda por los pasillos cercanos a la morgue con sus herramientas de autopsia en mano, como si nada, me pareció un matancero de Belén dándose un descanso breve”, y se echó a reír. “Y eso no es nada, -continuó-, el autopsiado del cuento es un personaje basado en un vecino tuyo que se alcoholizó y que un día le encontraron muerto con miles de hormigas ingresándole por la boca y las fosas nasales, y sabes qué, cumpa, Mestanza me contó que cuando le hicieron la autopsia, algo le decía que ese hombre no estaba muerto”.

Otra obra, una de las más comentadas en mi entorno vivencial, es “Piñón a babor”. Sé que si algún oficial de nuestra Armada Peruana, lo lee, va a escandalizarse, porque el relato les puede parecer una afrenta a la oficialidad superior, aunque no debe olvidarse que se trata de un cuento con personajes ficticios. En este relato, hay una representación casi exacta de las funciones, las jerarquías, las órdenes, los castigos y el transcurrir diario en un barco fluvial que son delineadas con  precisión por el escritor debido a que su padre trabajó como técnico de cartografía en dicha institución militar. La venganza que urde el personaje paterno con la complicidad del técnico cocinero en la parte final de la historia tiene sabor regional; es una picardía tragicómica, -de las muchas que hacemos los amazónicos a quienes creen o piensan que los que vivimos aquí somos sólo chunchos a los que hay que civilizar-, que le da el título a la novela. Si analizamos el cuento desde el pensamiento lateral, vamos a concluir que la obra de Arnaldo nos está diciendo que requerimos todavía, en este tiempo, poner harto piñón a babor a tanto mentecato y bribón que confunde respeto al superior con obediencia sumisa, acatamiento de orden con atropello a la dignidad humana, jerarquía militar con arbitrariedad a discreción, soldado raso con esclavo personal.

Hay muchas obras que merecen destacarse. Están allí “Julia Zumba, la nodriza reina”, “El parpadeo insomne”, “Los jóvenes de la serial”, entre otros. Sin embargo, no puedo terminar esta reseña sin mencionar una obra que tiene mucho que ver con el aprovechamiento y el abuso que los politiqueros y sus seguidores hacen desde el efímero poder que conquistan. No me refiero aquí a los varios números de “Los Shamiros Decidores”, una revista cuestionadora del status quo que Arnaldo dirigió, sino al relato titulado: “Un tal Saturnino Olavarría”. Algunos quisieron interpretar esta obra como una revancha personal hacia otro periodista -amigo mío también- ya fallecido. Nada más alejado de ese supuesto desquite, pues en realidad, el argumento central de la obra nombrada es una lección del tipo “ojo por ojo y diente por diente” a quien abusa de su posición de poder para cometer tropelías, burlándose de la integridad humana.

Pues ése era Arnaldo Panaifo Teixeira. Un escritor nuestro, loretano, amazónico, que de la cotidianeidad que a todos nos puede parecer irrelevante y trivial, extraía personajes trascendentes, ensueños comunes, dicterios contra la injusticia, diálogos frontales, ficciones realistas, fricciones remediadoras, desembalses emocionales, escenarios hermosos o lúgubres, argumentos variados para tejer la trama y el dinamismo de sus relatos. Por eso resulta una ofensa el sólo pensar que este autor de una voluminosa producción literaria, entre cuentos, narraciones, novelas y poemas, parece que no hubiera existido para muchos, estando condenado a perderse en la bruma del tiempo. ¡No debe ser así y por eso hay que rebelarse contra ese pasivismo cultural tan dañino para la identidad regional!.

Recuerdo que unos días antes de que fallezca, le encontré sentado en una banca en la plaza Sargento Lores de Iquitos. Tenía sobre su maletín una hoja de papel con un nombre de mujer un poquito extenso, escrito verticalmente en mayúsculas. Al preguntarle cómo le iba, me dijo que un amigo le había encargado elaborar un acróstico con el nombre de una bella a la que quería lisonjear.

¡Ahí viene!, me dijo dirigiendo la mirada hacia el otro vértice de la plaza. No sabe este Romeo que el acróstico le va costar 10 soles…¡para el almuerzo, cumpa! ¡Nos vemos!.

2 COMENTARIOS

  1. La verdad Moisés, que aplaudo, que por fín alguien se haya recordado de Arnaldo Panaifo Teixeira, un periodista, escritor y poeta loretano, con quién tuve la ocasión de compartir una gran amistad y compañerismo, porque hemos estudiado periodismo en las aulas del «Jaime Bausate y Mesa», era un tipo que nunca estaba serio, siempre estaba con su «chispa»,que a veces hasta molestaba a muchos su comportamiento. Cuando escribía sus novelas le hacíamos bromas hasta con «chacota» sobre sus temas pero a él, como se dice comúnmente, le valía. Nos graduamos como periodistas, incluso al director del Bausate y Mesa, Lizandro Boluarte Sihue, no le agradaba ni daba importancia sus escritos, otro compañero de estudios que le gastaba bromas era Elí García Bardales, «Premio Nacional de Pintura», con su obra «La Tahuampa», también olvidado por los que «manejan la cultura», quien sabe por esas cosas del destino, murió en su lema, «tomando y tomando «, no pudo controlarse, el problema del alcohol, le llevó a la tumba. Con Arnaldo Panaifo, también nos volvimos a encontrar en las aulas de la UNAP, que muchos no lo saben, estudiamos en la «Escuela de Peritos Forestales», culminamos la carrera, pero recuerdo que ahí también, era el tipo que nunca estaba serio, se gastaba bromas con los compañeros, era el tipo que le ponía «apodos» a tuti li mundo, inclusive a los profesores.
    Al márgen de todas esas cosas, yo mantenía una gran amistad con Arnaldo, aunque muchas veces me quería sacar del quicio, pero en el fondo fue un amigo, un compañero y un buen colega, en hora buena que hagan algo por reconocer su obra. Gracias paisano por resaltar las cualidades de Arnaldo Panaifo, que en la Gloria del Señor esté.

  2. Lindo artículo sobre uno de los mejores escritores que tenemos en esta parte de la Patria, recibe mi abrazo Moisés.

Los comentarios están cerrados.